Los ruralistas brasileños mencionan el trato propinado a nuestro agro como una lección de lo que no debe permitirse en materia tributaria. Nuestra desgracia los ha puesto en alerta.
Los ruralistas brasileños mencionan el trato propinado a nuestro agro como una lección de lo que no debe permitirse en materia tributaria. Nuestra desgracia los ha puesto en alerta.
Últimamente no solemos destacarnos en nada. Y cuando lo hacemos no es por cuestiones que ameriten sentirse orgullosos. La Argentina se ha ido convirtiendo en un muestrario de lo que no hay que hacer si se pretende prosperar. No estamos como estamos por obra y gracia del destino. Son años de acumular errores de todo tipo, color y tamaño.
De ahí que no debería extrañar que se nos mencione en cualquiera de los países de la región como un ejemplo negativo cuando se trata de proteger a la actividad agropecuaria. Parece que en Brasil sobrevuelan temores de alguna suba de impuestos o una posible introducción de nuevas gabelas, y algunos empiezan, como corresponde, a abrir el paraguas.
Es que saben qué sucede cuando se toleran ciertos excesos en la política tributaria aplicada al campo, y están decididos a no permitir que les pase lo mismo. Los políticos argentinos y su propensión a exprimir al agro les han abierto los ojos.
Para un ruralista de larga experiencia como Fernando Cadore, presidente de la Asociación de Productores de Soja y Maíz de Mato Grosso (Aprosoja-MT), el asunto está claro: "sobretasar al agro significa estancamiento de la producción, al igual que ha sucedido en la Argentina". El hombre echó mano de tamaño comentario cuando se le consultó sobre la posibilidad de imponer una barrera fiscal al estado de Mato Grosso y su producción.
En 2022/23, este estado del Centro Oeste de Brasil superará en producción de soja a toda la Argentina. Cadore no se engaña. "Desde luego que la seca en el vecino país ha sido brutal, pero la producción en la Argentina se ha estancado fundamentalmente por la presión tributaria. Este país lleva más de una década parado en torno de los 40- 50 millones de toneladas de soja y sabemos que es por una presión impositiva como no existe en ningún otro lugar del mundo", señala.
Cadore le aseguró a un medio brasileño que si la soja no hubiera sido gravada en la Argentina de la manera en que se ha venido haciendo, la producción estaría cerca de los 100 millones de toneladas. "Que sirva de ejemplo para nuestro Brasil. El mercado es soberano, y si el comercio mundial no tiene restricciones, una barrera fiscal desalentará el crecimiento del campo. Desincentivar la producción agrícola no tiene sentido. Hicieron que la Argentina, que producía casi el 70% de los volúmenes de Brasil, hoy tenga menos soja que un estado brasileño".
Esta campaña Mato Grosso producirá 44,3 millones de toneladas de soja, si se confirman las perspectivas de una productividad media en torno de los 3.700 kg por hectárea. Sin la seca, la Argentina no hubiese estado mucho más arriba de ese número. Es el ejemplo palpable del temperamento a un lado y otro de la frontera. Acá se ha esquilmado al campo, allá se lo protege e incluso estimula.
El presidente de la Federación de Agricultura y Ganadería de Mato Grosso (Famato), Vilmondes Tomain, declara en el mismo tono. "Sobrecargar al agronegocio de impuestos impactará en la balanza comercial brasileña. No creo que el gobierno estatal o el federal quieran eso. Nada es más favorable para la economía del país que el agronegocio", enfatiza.
Mientras tanto, en el Parlamento se desarrolla otra pelea, y la Argentina vuelve a estar en boca de todos. La poderosa bancada ruralista apoyará el intento de las petroleras de derrocar en el Congreso Nacional el gravamen a las exportaciones de crudo. El Frente Parlamentario Agropecuario (FPA) no quiere que esta postura oficial se extienda a otros commodities y recuerda la situación que vive la Argentina con las retenciones.
"El temor es que el petróleo abra la puerta a otros productos agrícolas más adelante", dijo a CNN el diputado Arnaldo Jardim, vicepresidente de la FPA en la Cámara. E hizo referencia al caso de nuestro país, que grava las exportaciones de varios productos agroindustriales, para ilustrar los efectos negativos de la medida. "La experiencia de la Argentina ha demostrado que en el mediano y largo plazo, la producción cae o aumenta con menor vigor debido a la menor rentabilidad de los productores".
Sentamos precedente entre los agricultores de la región, que ya saben qué sucede cuando el Estado se aprovecha del sector para enjugar sus excesos a la hora de gastar lo que no tiene. Con el espejo argentino frente a los ojos no hay manera de embaucarlos. No pasarán.
