Otro día de furia. El lunes se hizo nuevamente muy difícil seguir la cotización del dólar, especialmente el paralelo. La moneda estadounidense cambiaba de "precio" cada diez minutos. El blue cerró en $462 pero tocó valores muy por encima de ese umbral, y quedó al cabo del primer día de la semana claramente comprador. Debería iniciar el martes coqueteando otra vez con la franja de $470. Del mismo modo, a pesar del remate de bonos el MEP volvió a mostrarse imparable, para converger con el llamado Dólar Tarjeta.
En el año la divisa sube más de un 30%. Alarma ciertamente, pero la reacción no desentona demasiado con la inflación del primer trimestre, y además se ubica todavía por debajo del valor que resultaría de actualizar el paralelo durante la crisis de Guzmán con la vicepresidente.
El gobierno parece haberse quedado sin herramientas, de esas que viene utilizando sin poder torcer el rumbo de colisión de la economía. No puede subir más la tasa ni exprimir más al Fondo, y no logra generar confianza en el mercado. Este último punto es clave, indica que se ha traspasado un límite muy delicado.
No es para menos. Pocos gobiernos han reunido tantos elementos negativos para la opinión pública y la calidad de vida de la población. Inflación arriba del 100% anual, pobreza creciente en más del 40% de los habitantes, riesgo país que supera los 2600 puntos, 13 billones de pesos en Leliqs con intereses que exceden los 850 mil millones de pesos mensuales, sostenidos con emisión. Es un montón. Una bomba de tiempo que el propio FMI habría solicitado no entregar así como está a la próxima administración del país.
Los economistas denuncian que en el sector privado no financiero, la salida de depósitos en dólares alcanzó los máximos desde aquel momento en que Guzmán emprendió la retirada. Han sido más de USD 230 millones en apenas 5 ruedas, y en tan solo 20 días se esfumaron USD 557 millones.
La brecha cambiaria se dispara al 110%, el valor más alto desde la asunción de Massa. El BCRA apura la depreciación del peso y no logra ponerse a tiro de los dólares financieros, que se mueven mucho más rápidamente. Y lo peor es que esta escalada nominal no impide que estos y el paralelo sigan atrasados en moneda constante. Si volviesen a aquel dólar Guzmán de julio de 2022 habría que pensar en 100 pesos más para mantener equivalencias en términos reales.
Mientras tanto el país se va deteniendo. El gobierno endurece el cepo a las importaciones para posponer pagos por USD 2 mil millones. El Estimador Mensual de Actividad Económica para el mes de febrero registra una baja del 0,4% interanual y no varió respecto de enero. La actividad económica acumula así cinco de los últimos seis meses sin avance alguno, al tiempo que registra una contracción del 2,1% desde agosto 2022. Bloomberg destaca que mientras las chances de una recesión en Brasil y otros países de la región ascienden al 20%, en la Argentina están muy cerca del 100%.
La balanza comercial viene igualmente golpeada. En el primer trimestre del año el rojo es de USD 1.290 millones; las exportaciones cayeron un 17,9% y las importaciones un 4,4%, complicando aún más el nivel de reservas.
El dólar agro mantiene vuelo bajo; los exportadores habrían adelantado liquidaciones al gobierno, pero no encuentran contraparte en las ventas del productor, poco atraído por esta movida. A fuerza de pisar las importaciones, el Banco Central logró comprar dólares el lunes por segundo día consecutivo. Para eso acumula pérdidas por 55 mil millones de pesos y se ha visto obligado a emitir por 268 mil millones de pesos en el contexto del Programa de Incremento Exportador III.
Todo esto le pasa a un gobierno que recibió del agro USD 40 mil millones más que los que le tocaron en suerte a la gestión anterior. A esta altura de la velada quien lleva el timón (no está tan claro quién es) debería entender que los procesos y medidas que puso en juego desde diciembre de 2019 han fracasado y que se necesita una colosal vuelta de tuerca. Pero es muy difícil entusiasmarse con la posibilidad de un cambio, y el trecho hasta octubre se ve complicadísimo
