En el mismo tiempo en que se desarrollaba en la Argentina un dudoso proceso ligado a la obra pública, el socio del Mercosur mejoraba rutas, ferrovías y puertos y ha fulminado las ventajas de Estados Unidos despachando soja.
La dirigencia argentina, en especial la de corte populista, despilfarra fortunas en clientelismo. Vive para el presente y desprecia el futuro. Pierde el tiempo en cosas que no aportan al crecimiento y bienestar de la población. Lo que se observa en Brasil -incluso con distintos gobiernos- es diametralmente distinto y empieza a sembrar temor en Estados Unidos, que primero perdió sus ventajas productivas en cuanto a la producción de soja y que ahora empieza a resignar también sus ventajas logísticas.
La noticia sacudió al mercado: el costo de transporte de la oleaginosa disminuyó en el socio del Mercosur para ponerse a la par de Estados Unidos. Hasta 2020, era casi el doble de caro para China, el principal importador de la oleaginosa, llevar a casa soja brasileña en lugar de la estadounidense. Pero las mejoras de los puertos y la infraestructura implementadas por el país sudamericano y un dólar increíblemente fuerte casi han eliminado esa brecha, según muestran los datos del USDA. Ahora le cuesta casi lo mismo a un comprador chino transportar una tonelada de soja desde Mato Grosso, uno de los dos grandes estados productores de Brasil, que desde Iowa, uno de los dos estados productores más importantes de Estados Unidos.
El mérito de los sudamericanos ha sido tener en claro la importancia del agro, saber exactamente dónde conviene poner las fichas, y hacerlo. Honor también a sus distintos gobernantes. En general, instrumentar hidrovías, invertir en puertos del interior, levantar ferrovías y mejorar caminos estaduales no trae votos en las grandes ciudades, y requiere una visión de futuro para poner manos a la obra. Brasil está cosechando los frutos de más de 56 mil millones de dólares invertidos en esto desde 2008, según destaca la agencia Bloomberg (el gráfico es de este origen), en el mismo momento en que se agudizaba el desmanejo de la obra pública en la Argentina.
En tanto aquí desaparecía una verdadera fortuna a manos de un contratista improvisado que dejó gran cantidad de obras viales a medio hacer, Brasil renovaba a pleno los puertos del Arco Norte, que conectaron el interior sojero profundo con el Océano Atlántico, lo que ha reducido en dos días el tiempo necesario para llegar a China y le recorta gastos a los asiáticos. De tal modo, las exportaciones de maíz y soja por esta vía se han multiplicado casi por seis. La pavimentación de la BR-163 ha sido otro logro fundamental. La larga arteria une Mato Grosso con los puertos del Arco Norte y es considerada la "Ruta de la soja".
En Estados Unidos creen que el paquete de infraestructura federal aprobado en 2021 volverá las cosas a su antiguo orden. Brasil no duerme, sabe que la fortaleza del dólar le está dando ventajas y piensa seguir invirtiendo para no perder lo conseguido en estos años. Incluso si Lula ganara las próximas elecciones es probable que está idea se mantenga; las características negativas del populismo argentino solo se replican en Venezuela.