La megacosecha brasileña está haciendo estragos en el mercado global. Sus precios han caído lo suficiente como para darse el lujo de venderle poroto a sus propios competidores: Argentina y Estados Unidos. Es cierto, nuestro país ha sufrido una seca histórica, pero aún en condiciones normales hubiese sido una opción probablemente muy competitiva para el mercado domestico.
Según indica Reuters, los envíos de soja brasileña a Argentina están aumentando sobremanera. Nuestro país importó 1.83 millones de toneladas desde naciones vecinas en el primer trimestre de este año, versus algo más de 500 mil toneladas en el mismo periodo de 2022. Fuentes de Estados Unidos estiman en 11 millones de toneladas las necesidades de importación de la Argentina. La mitad de esa soja provendría de Brasil. Hay que destacar también la participación de la soja paraguaya en esta movida, que va a escribir nuevos capítulos.
Los volúmenes han crecido tanto que apuntando a la soja brasileña destinada al sur de Santa Fe se ha potenciado la operatoria en la terminal de Don Severo, en la ciudad guaraní de Antequera, un punto estratégico a orillas del río Paraguay que cuenta con la tercera flota de barcazas más grande del mundo y aspira a darle batalla a los envíos desde Porto Murtinho, en Brasil, directamente a Rosario.
Los excedentes brasileños están inundando el mercado internacional en este momento. Estados Unidos, que no perdió su cosecha a manos de la seca como le sucedió a la Argentina, no puede competir con los precios de Brasil, país que a su vez ha sido uno de los principales contribuyentes a la caída de los precios internacionales de la soja en las últimas semanas.
Al menos dos buques con 80 mil toneladas están confirmados para descargar soja del socio del Mercosur en Estados Unidos, lo cual hiere profundamente el orgullo de los farmers/exportadores del país que alguna vez dominó este negocio. La diferencia de precio se ha estado moviendo en torno de los USD 70-90 y se sospecha que habrá nuevas compras por parte de usuarios estadounidenses a los que les resulta más económico adquirir la soja en Brasil a pesar del flete.
Todo indica que es el mismo escenario que se verifica en la Argentina, que si bien ha tenido un problema con la cosecha no carece de soja. Dante Romano describe que "la presión de ventas en territorio del vecino país está generando un descuento histórico para el poroto verdeamarillo, al punto que a la industria argentina le conviene más traer soja de Brasil que comprarla localmente".
El equipo de técnicos de la brasileña TF Agroeconomic Consulting daba cuenta la última semana de abril que más de 15 barcos con soja de ese origen partieron de puertos brasileños con destino a Argentina, totalizando casi 500 mil toneladas.
Para Romano, especialista de la Universidad Austral, la soja brasileña que llega a nuestros puertos, con todos los costos de operación incluidos, sería entre 15 y 20 dólares más barata que comprarla localmente. Dado que los precios diferidos están mucho más altos que los presentes, la situación se agrava cuanto más adelante en el tiempo nos ubicamos.
Traders del vecino país advierten que las primas de la soja brasileña parecen haber tocado fondo y están rebotando después de haber alcanzado mínimos históricos a raíz de la reducción de la demanda de China y el gran volumen de cosecha que han conseguido. Será un alivio para los productores brasileños, que están lejos de la rentabilidad que desearían obtener con el poroto.
Precisamente, la otra pata de esta historia tiene que ver con China. La demanda de soja brasileña por parte del gigante asiático está por debajo de las expectativas, lo que explica que el país, aún con una cosecha récord, no esté alcanzando los máximos mensuales de exportación que se imaginaban a priori. Es lo que destaca Paulo Sousa, presidente de Cargill en este país. "No existe frenesí de demanda para romper un récord exportador con la soja", reconoció.
Fuera de la coyuntura, hay un tema por debatir respecto de Brasil y el futuro. Pensemos que su megacosecha causó una caída de los precios en Chicago de entre USD 33-40 y aún no está claro cómo y cuándo terminará la historia. Esto en un contexto en que la Argentina perdió la mitad de su producción. ¿Qué precio podría esperarse si como se plantea para 2023/24, Brasil vuelve a aumentar el área con soja, y si paralelamente hay cosechas normales en Estados Unidos y nuestro país? ¿Y si El Niño potencia las producciones en América del sur?
Pensemos que el escenario argentino difícilmente se repita, no solo por las terribles pérdidas productivas sino porque además la cosecha viene muy lenta, con rindes que tienden a ser peores de los esperados a cada metro que se avanza y hay mucho lote que no va a levantarse.
Desde luego, el contexto no ayuda en absoluto, caracterizado por una macro desquiciada y un dólar agro que no entusiasma, con exportadores ingresando divisas por montos mayores a lo que tienen comprado. La sensación de una inexorable devaluación por encima del crawling peg que viene aplicando el Banco Central anima aún más a no desprenderse de la mercadería. Romano recomienda no perder de vista los valores que se observan para mayo de 2024, demasiado altos para este escenario.
Pero volviendo al tema Brasil, el asunto no se agota en la soja. Es muy probable que ocurra lo mismo con el maíz; el mundo espera una safrinha voluminosa y los precios retroceden significativamente. Y también es una China vacilante el cliente excluyente al cual apuntan los brasileños, con consecuencias sobre los precios.
Bien puede decirse que estamos en manos de lo que decida el gigante sudamericano, dispuesto a arrasar con cuanta competencia se le ponga adelante. Si Argentina logra recuperar la cordura entre quienes la gobiernan, este será uno de los temas estratégicos para no desatender.
