La chance de contar con lluvias se muestra cada vez más firme, y la cosecha se hará, se supone, con un nuevo gobierno y menos trabas. También con otra paridad cambiaria. El problema está en el capital de trabajo que se llevó La Niña.
La chance de contar con lluvias se muestra cada vez más firme, y la cosecha se hará, se supone, con un nuevo gobierno y menos trabas. También con otra paridad cambiaria. El problema está en el capital de trabajo que se llevó La Niña.
No es fácil hablar del tema en medio de la seca más destructiva que ha debido soportar la Argentina en muchas décadas. Menos que menos cuando gran parte de los productores ha perdido la inversión realizada en la gruesa. En la recta final hacia la terminación de los cultivos de soja y maíz, todavía es imposible afirmar dónde está el piso. Los analistas internacionales corrigen sus cálculos, pero las nuevas estimaciones rápidamente quedan obsoletas.
El campo es la industria sin techo, sometida todo el tiempo a los caprichos del clima, que viene de despedazarlo en esta campaña 2022/23 y que pronto estará en otra cosa, diametralmente opuesta. Al menos es lo que creen los principales especialistas en pronósticos meteorológicos del planeta. No sirve de consuelo, pero no hay mal que dure cien años. Siempre ha sido así.
El punto es que la actividad debajo de la superficie del Océano Pacífico en la región ecuatorial muestra una fuerte ola de anomalías cálidas, que se expande desde el oeste. En el este se observan las anomalías frías, es decir lo que queda del motor subterráneo de La Niña, que ahora comienza a apagarse lentamente a medida que ingresan aguas más cálidas. Lamentablemente será tarde para la soja y el maíz argentinos.
El punto es que se solidifica la tendencia que indica que tendríamos condiciones de El Niño promediando nuestro invierno, creando patrones climáticos completamente diferentes para fin de año. Desde luego, los distintos modelos muestran variantes ante la llegada del fenómeno, pero ninguno discute su futura presencia.
El pronóstico de la temperatura del océano del modelo ECMWF en su última actualización muestra una consolidación aún mejor en el territorio de El Niño durante el invierno respecto del corrimiento previo del modelo. El pronóstico ENSO del multimodelo de la NOAA es similar; primero muestra que las anomalías frías actuales se debilitarán durante lo que resta del verano. Luego busca el cambio a la fase cálida, si bien no de manera tan convincente como se observa en otros casos.
Por su parte, el pronóstico ENSO probabilístico oficial del IRI (Instituto Internacional para el Clima y la Sociedad) también indica que La Niña actual está desapareciendo, y seguidamente se puede ver un fuerte aumento sostenido de la probabilidad de un evento de El Niño en 2023.
El Bureau Australiano de Meteorología coincide con esta idea, al tiempo que el CanSIPS canadiense considera probable una transición rápida a El Niño a mediados de nuestra temporada fría. Entiende que si este fenómeno se convierte en el jugador dominante, tenderá a favorecer un verano fresco y húmedo para el norte de Estados Unidos y húmedo para Europa occidental. Todas las complicaciones serán para Australia, que padece seca cada vez que aparece El Niño, y también para la India.
En cuanto a su duración, el ECMWF considera que probablemente lo tendremos entre nosotros hasta el otoño de 2024. Debería ser garantía de un fuerte aumento de las precipitaciones sobre el este de la Argentina. Respecto de este tema la visión del conjunto de modelos múltiples de América del Norte (NMME) es algo más débil que el pronóstico del ECMWF, si bien también la asigna meses de reinado.
.En el campo ninguna cosa es segura, menos que menos el clima. A comienzo de 2022 la tercera Niña no aparecía claramente en los radares de muchos de estos modelos, y hubo que padecerla. Pero poniéndole la mejor onda a estas predicciones, que por otro lado son coincidentes y reiteradas en los últimos meses, deberían enmarcar un panorama alentador para el trigo. Quizás en algún caso no se reúna en su totalidad el agua útil necesaria para arrancar; habrá que jugarse a hacer algunos cálculos apostando a que las lluvias deberían acompañar al cultivo.
No es la única señal alentadora para el trigo. Las cuentas con el fertilizante han mejorado respecto de la temporada previa. La cosecha llegaría con otro gobierno, muy probablemente con menos trabas y otra paridad cambiaria. A nivel global Australia y Rusia, dos jugadores clave, perderían producción respecto de esta campaña, con Ucrania a media máquina y la India volviendo otra vez a una condición de neto importador. La situación del trigo en Estados Unidos es una taba en el aire; por ahora hay más para preocuparse que para festejar. Canadá sembró mucho, pero la seca se extiende.
De nuevo, este es uno de los negocios más inseguros que pueden encontrarse. El marco climático puede apartarse de lo previsto, pero a la hora de planificar no queda otra que poner sobre la mesa todas las cartas que hoy están a la vista.
Para juzgar el probable precio de diciembre 2023/enero 2024 habrá que esperar la evolución de la cosecha en el hemisferio norte y en Brasil, y el impacto de las señales del nuevo gobierno. Hay que recordar que será necesario atender exportaciones postergadas, además de las habituales de la nueva campaña.
Desde luego, mucho antes de pensar en los frutos se deberá solucionar la cuestión vinculada con el escaso -y seguramente insuficiente- capital de trabajo que dejó La Niña. Pero la fina podría ser el primer paso para recuperar algo de todo lo perdido en los últimos meses.
