Editorial

Retenciones: no se gana para sustos

Aún creyendo en la buena voluntad del oficialismo, no es aceptable aprobar un presupuesto que deja abierta la posibilidad de manipular derechos de exportación sobre el agro. La oposición debería exigir un cambio en este sentido.

 Aún creyendo en la buena voluntad del oficialismo, no es aceptable aprobar un presupuesto que deja abierta la posibilidad de manipular derechos de exportación sobre el agro. La oposición debería exigir un cambio en este sentido.

La pucha que es difícil producir en la Argentina. Los negocios en el agro y en cualquier sector están atados a las señales del mercado, y también de la política, que en nuestro país pesa exageradamente, dada la vocación intervencionista del Estado.

La situación generada con el Presupuesto 2023 es cuanto menos extraña, causa escozor, llena de dudas a quien está abocado a producir cultivos comerciales. Alimentos en suma. Es comprensible, todo el mundo sabe que el Gobierno se mueve con las divisas justas, al día, con muy poco resto. Acaba de recibir una avalancha de dólares del campo, pero no va a llegar con eso hasta fin de año si en el medio no hay otra movida destinada a pasar la gorra. En buena medida la sequía de dólares en las arcas oficiales tiene que ver con un gasto desbordado y la necesidad del ala más radicalizada de la coalición en el sentido de evitar una devaluación que termine de desilusionar a la militancia.

En ese escenario, enterarse de que se intenta dejar abierta la posibilidad de que el gobierno acceda a manipular las retenciones al agro, no puede sino inquietar a todos. El mencionado documento propone que "el Poder Ejecutivo Nacional podrá ejercer las facultades de fijar Derechos de Exportación hasta el 31 de diciembre de 2023, retomando las facultades que tenía en la Ley N° 27.541/19 (Ley De Solidaridad Social y Reactivación Productiva), que permitió al gobierno fijarlos hasta el 31 de diciembre de 2021", según denuncia la Fundación Barbechando.

No parece una buena idea. Y no alcanza con la conmovedora tarea del secretario de Agricultura de la Nación, que sale corriendo a poner paños fríos ante cada dislate que toma estado público. Pasó con Pesce cuando canceló el acceso a los dólares financieros y sucede ahora después de que se ha conocido este "pequeño detalle" en el Presupuesto. Bahillo se apuró a aclarar que "existe en el Gobierno la decisión política de no subir ninguna retención a pesar de que el proyecto lo permita". Uno se siente tentado a poner de relieve la contradicción: para qué modificar el statu quo si no interesa en absoluto echar mano del cambio que se va a proponer.

El secretario reconoció asimismo que "el tema retenciones debe ser repensando y es necesario apuntar a otra estructura". No hubo mayores precisiones al respecto, y hay que comprender que aunque probablemente tiene las mejores intenciones, quien se ha quemado con leche ve una vaca y llora.

El Congreso de la Nación no debería dar curso a un documento como este, no al menos con "este detalle". Un político argentino solía decir que el hombre es bueno, pero puede ser mejor aún si se lo controla. Aunque la frase fue luego bastardeada por personajes de toda laya, la idea es válida, fundamental en este caso. Larga vida al control de cualquier movimiento del Ejecutivo destinado a seguir metiendo la mano en el bolsillo de los productores. Y a dormir tranquilos, como corresponde

Claudio Gianni