La aprobación del cereal tolerante a sequía ha sido bien recibida por la molinería local y refuerza la idea de lograr el autoabastecimiento en unos pocos años, extendiendo el cultivo a zonas clave con inviernos deficitarios en lluvias.
Fue una de las noticias destacadas de la semana. La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad de Brasil (CTNBio) aprobó la siembra y comercialización de trigo genéticamente modificado, más concretamente el material tolerante a sequía desarrollado por Bioceres a partir del gen HB4. Hasta entonces, desde noviembre de 2021, solo se había autorizado la comercialización e importación de harina de trigo transgénico. Con esta decisión, la CTNbio considera que este cereal modificado no representa un riesgo para la salud humana o ambiental.
Las reacciones no se hicieron esperar. Algunas de ellas deben considerarse clave para el futuro de este material en el vecino país. Por caso, la Asociación Brasileña de Galletas, Pastas, Panes y Tortas Industrializadas (Abimapi) entiende que la liberación de este trigo puede permitir la expansión del área sembrada con el cereal. "Tendremos trigo más ?resistente' a la sequía. Con eso, el productor puede ganar nuevas áreas de cultivo, Brasil aumentar el volumen cosechado, y en dos a cuatro años el país podrá autoabastecerse de trigo e incrementar sus exportaciones, si logramos tener buenas cosechas", le indicó el presidente ejecutivo de Abimapi, Claudio Zanão, a un medio local.
Sin prisa y sin pausa, Brasil está ampliando su superficie triguera, pero aún necesita importar grandes cantidades desde la Argentina. La siembra mayormente se realiza en los estados del sur, Río Grande y Paraná sobre todo. Este trigo es atractivo para los agricultores de estas regiones, pero el impacto puede ser mayor en otras áreas del país.
Hay que recordar que El Cerrado brasileño se ha ido convirtiendo en una potencia agrícola mundial en referencia a la gruesa, pero su punto débil radica en el clima que se registra durante parte del otoño y la totalidad del invierno, implacablemente seco. Embrapa ya está realizando pruebas experimentales con el cereal transgénico en el Distrito Federal, en el poderoso Centro-Oeste del país, y los primeros resultados de adaptabilidad y productividad se conocerán a mediados de julio y agosto de este año, cuando serán cosechadas las plantas.
Entusiasman en el vecino país los comentarios de Bioceres, el padre de la criatura, que asegura que su trigo GM "mostró rendimientos más altos que las variedades convencionales, con una mejora promedio del 43 % en los entornos objetivo".
Lo de la molinería brasileña no es por amor al arte. Para la industria de pastas, galletas y pan, la autorización para la importación y uso de trigo GM representa la apertura de nuevas posibilidades de suministro, ya que no existen diferencias visuales y de sabor significativas entre el cereal convencional y el modificado. Inicialmente se opuso al aval para el empleo en el país del trigo transgénico y la harina derivada de él, pues no tenía precedentes en el mundo, pero revisó su posición al constatar que al 75% de los consumidores brasileños no le preocupa ingerir panificados que incluyan transgénicos, según los resultados de una encuesta.
Estos industriales tampoco visualizan riesgos para las exportaciones de derivados del trigo brasileño por utilizar este cereal GM. "Sabemos que no representa ningún tipo de problema para la salud humana, ya que tenemos soja y maíz transgénico desde hace décadas y nunca ha habido un problema de inseguridad alimentaria. Este trigo ha seguido el mismo camino".
La decisión también fue bien recibida por la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo (Abitrigo), que ya antes había dado su visto bueno a la importación de harina transgénica, cuestión en la que el socio del Mercosur fue pionero a nivel mundial. Abitrigo también elogió la decisión de la CNTBio y dijo que "la aprobación de la siembra, importación y comercialización de trigo transgénico HB4 trae tranquilidad a los diferentes actores del mercado; la última palabra recaerá en los consumidores".
En Brasil subrayan que la actitud hacia los cultivos alterados genéticamente se ha ido modificando en el mundo. La escasez global de alimentos y la sucesión de eventos climáticos extremos han aumentado su atractivo. China empieza lentamente a acercarse a ellos. Alemania importa soja modificada genéticamente. Australia cultiva y exporta algodón y canola GM. En los Estados Unidos, algunos productores de trigo y líderes de la industria han expresado interés en utilizar la biotecnología para aumentar la rentabilidad del trigo y atraer a los agricultores; la superficie con el cereal viene desinflándose. Desde luego existen -y seguirán existiendo- consumidores en el planeta preocupados por el uso de trigo genéticamente modificado en la producción de pan, pasta y dulces. Sin embargo, el maíz y la soja GM se utilizan ampliamente para producir alimentos para animales (que luego son ingeridos por el ser humano) y aceite de cocina, entre otros usos.
Por lo pronto, al socio del Mercosur parece venirle como anillo al dedo esta novedad para ir con todo tras su anhelado objetivo: autoabastecerse de trigo. Conociendo lo que han hecho en la última década con soja, maíz y carne vacuna, no es lógico tomar con liviandad esta posibilidad.
