En los países normales, ordenados, mínimamente bien administrados, no es posible encontrar algo parecido. Ni siquiera se lo concibe como una alternativa remota. En esta Argentina signada por la improvisación, la situación es distinta. Hace ya un tiempo el gobierno ha ideado un engendro tendiente a sufragar la carencia crónica de dólares que sufre el Banco Central. Lo ha llamado dólar soja o dólar agro según la ocasión y la conveniencia.
Es hijo de una paridad oficial ficticia y de una brecha que asfixia a quien necesita exportar o incluso juntarse con el valor de su producción a campo. Desde luego, más que nada deviene de las urgencias de una Administración que instrumenta artilugios de la más variada índole para sostener los tipos de cambio alternativos.
El tema es en realidad más complejo y tiene un fuerte componente psicológico. La idea es evitar un salto cambiario brusco, que el votante independiente no detecte que "este gobierno devalúa", cuando en realidad viene haciéndolo prácticamente desde sus orígenes. También es cierto que forzar un escalón más amplio en un contexto de inflación fuera de control y ausencia total de planes desde el mismo comienzo, puede poner el país todavía más cerca del precipicio de lo que ya está.
La particular visión de la coalición gobernante encontró en estos dólares diferenciados para el agro un salvavidas que cada vez funciona menos, porque las reservas van cayendo a límites insospechados y porque la necesidad de intervenir en el mercado se las devora más y más rápidamente. Ingresan al Central utilizando una puerta giratoria, y como entran, salen. Ya había sucedido lo mismo con el PIE 3.
La última de estas criaturas exóticas incluye al maíz, un producto que ha respondido a las expectativas. Si bien una paridad de $340 es una limosna respecto del valor real del dólar, es mejor que los $280 que deja el dólar oficial, esto sin perder de vista que a medida que la inflación se descontrola, el acotado atractivo de la propuesta se diluye inexorablemente.
El punto es que se han negociado muchas toneladas de maíz bajo esta modalidad y se está muy cerca de completar los USD 2000 millones que el gobierno pretendía para esta operatoria como hipótesis de máxima, por supuesto con un alto nivel de emisión, además de pérdidas netas en pesos para el BCRA muy abultadas. Paralelamente hay que lamentar distorsiones enormes en el propio mercado del cereal y en las cadenas relacionadas. Es en el fondo una ilusión fugaz, porque no hay creación de divisas, solo se adelanta su consumo.
Lo importante es que tal como sucedió con su antecesor, este dólar agro tampoco estaría logrando mejorar la situación de las reservas del Central, que empiezan a dar señales de que la situación no tiene retorno a menos que alguien le acerque mucho dinero -el Fondo u otro prestamista- a este país en rumbo de colisión. La entidad que maneja Pesce no consigue siquiera sostener un umbral de USD 24 mil millones brutos, casi USD 20 mil millones menos que a comienzos de año. Y a nivel neto continúa coqueteando con un saldo negativo cercano a los USD 10 mil millones. El gráfico del economista Salvador Vitelli exime de mayores comentarios.
Es más, traders experimentados consideran que las reservas tienen que seguir cayendo, básicamente porque la autoridad monetaria continúa vendiendo en el MULC para abastecer la demanda del mercado, porque el yuan chino se ha devaluado en torno del 0.5% y como consecuencia de los dólares usados para intervenir en el MEP.
¿Y entonces? El mercado ha venido especulando con un dólar soja para sostener al gobierno en las elecciones generales de octubre. Para algunos es la bala de plata que ayudará a empujar el barco hasta los comicios definitivos.
Sin embargo, los antecedentes comentados no ayudan en absoluto. Es decir, aparenta ser una medicina destinada a un paciente en estado terminal, y por ende absolutamente inútil. Como mucho logrará convertirse en un complemento siempre y cuando llegue la plata del FMI y los resultados de las PASO no le sean exageradamente adversos al oficialismo.
Incluso es dudoso que los productores adhieran a esta movida, tan cerca de lo que podría ser una liberación del tipo de cambio para el agro, pero eso lo va a definir el resultado de las PASO y la tendencia que pueda vislumbrarse.
A cuatro días de las primarias el horizonte es de total incertidumbre. El domingo se juega mucho más de lo parece decir un comicio de este tipo. El mismo lunes comprenderemos que habrá sido un paso trascendental, para bien o para mal.