Soja

El ambiente define la elección

Para una adecuada elección y manejo de cultivares de soja se considera fundamental contar con una adecuada caracterización del ambiente

El mismo condiciona el crecimiento y el rendimiento y en consecuencia determina cuáles son los grupos de madurez (GM) y el manejo de los mismos, lo que permite alcanzar las mayores productividades.

La caracterización del ambiente debe tener en cuenta el suelo en lo referente a la serie, capacidad de uso y el estado físico-químico actual, en función de la historia de manejo, el régimen térmico y el hídrico, teniendo en cuenta en este aspecto el agua acumulada durante el barbecho, las precipitaciones, presencia de napa freática y riego.

A medida que mejora la calidad del ambiente el cultivo alcanza un mayor desarrollo vegetativo y es posible utilizar cultivares de ciclo más corto, para evitar el vuelco, reducir la incidencia de problemas sanitarios e incrementar el rendimiento. Las características ambientales se pueden dividir en abióticas y bióticas.

Características abióticas del ambiente

Climáticas

Precipitaciones: Es el factor climático de mayor influencia sobre la producción de grano del cultivo. Las precipitaciones que determinan el agua disponible en el suelo durante el llenado de granos, guardan relación directa con el rendimiento.

El déficit hídrico aumenta en general su intensidad de este a oeste de nuestro país, debido a la reducción de las precipitaciones y de la capacidad de almacenar agua de los suelos, que presentan texturas cada vez más gruesas.

Dado que el momento de ocurrencia e intensidad del déficit hídrico es variable, no son siempre los cultivares del mismo ciclo los más afectados por esta limitante. En aquellas zonas donde el déficit hídrico es frecuente, es fundamental mejorar la eficiencia de la captación del agua de lluvia y reducción de la evapotranspiración, por medio de barbechos largos, mantenimiento de cobertura de rastrojos sobre el suelo (siembra directa), riego (en caso de ser factible), etc.

Es recomendable ubicar el llenado de granos del mayor porcentaje de la superficie de siembra cuando se cuenta con la menor probabilidad de ocurrencia de déficit hídrico. La variabilidad de esta limitante obliga, a su vez, a diversificar riesgos, adelantando y atrasando la ocurrencia del llenado de granos en relación a este momento, combinando cultivares de ciclo corto medio y largo en fechas de siembra (FS) tempranas, óptimas y tardías.

En aquellos lotes en los que se cuenta con riego, la elección y el manejo de los cultivares deberá modificarse, de modo importante. En estos casos se deberán reemplazar las estrategias defensivas (tales como la diversificación de la ubicación del período crítico) por las productivas, acortando la longitud del ciclo de los cultivares y adelantando las FS, para lograr un incremento en el rendimiento, evitando el vuelco y eligiendo cultivares con buen comportamiento a las enfermedades presentes en los lotes.

La existencia de una napa freática puede provocar importantes cambios, tanto en el crecimiento como en la sanidad del cultivo. Esto ocurre cuando la napa se encuentra a una profundidad tal que permite la implantación del cultivo, no limita la normal aireación de las raíces y el ascenso capilar desde la misma alcanza el área de exploración radicular, lo que depende de la textura y características físicas del suelo.

En tales situaciones el cultivo se independiza de las precipitaciones y puede alcanzar altos rendimientos (superando los 4.000 Kg/ha), aún en campañas con escasas precipitaciones, cuando el vuelco y las enfermedades no son limitantes. En estos casos también deberán realizarse modificaciones en el manejo, semejantes a las que se realizan cuando se riega.

Existen muchas combinaciones posibles de profundidad y calidad de la napa y de tipo de suelo y contenido salino del mismo, que determinan diferentes resultados, desde respuestas semejantes a cultivos bajo riego a reducción del crecimiento del cultivo de una intensidad variable.

Temperatura: El régimen térmico de cada región afecta la longitud del ciclo de los cultivares y determina el período libre de heladas, condicionando la FS, el número de GM que es posible utilizar y los cultivares que presentan mejor adaptación dentro de cada GM. Su incidencia sobre el rendimiento crece a medida que se atrasa la FS, ya que a menor temperatura menor es la tasa de llenado de granos.

Radiación solar: A medida que aumenta el nivel de radiación solar durante el llenado de granos, el rendimiento se incrementa. Al igual que la temperatura, su incidencia sobre la producción de grano crece con el atraso de la FS. No obstante, la radiación solar es en general el factor climático con menor influencia en la expresión del rendimiento, en especial en FS tempranas.

Edáficas

Las características edáficas del lote afectan el crecimiento de los cultivares. En consecuencia, la elección del GM y del tipo de cultivar y su manejo, deberán contribuir a lograr un adecuado desarrollo vegetativo. Las características físicas del suelo, determinan su capacidad de almacenaje de agua y la facilidad con que el sistema radicular explorará el mismo en la búsqueda de agua y nutrientes.

Los suelos de textura muy pesada, como los Vertisoles en la mayoría de los suelos de las provincias de Entre Ríos, Corrientes y de la República Oriental del Uruguay (ROU), reducen el crecimiento del cultivo, afectando en mayor medida a los cultivares de ciclo corto y obliga en general a utilizar cultivares de ciclos medios y largos.

Las características químicas controlan la disponibilidad de nutrientes. A pesar que el cultivo de soja produce rendimientos aceptables, aún en suelos de baja fertilidad, el nivel de fertilidad química guarda relación directa con el crecimiento y rendimiento del cultivo y deberá tenerse en cuenta al momento de elegir y decidir el manejo de un cultivar.

Características bióticas del ambiente

Enfermedades: La incidencia de enfermedades causadas por la “Podredumbre húmeda del tallo” (Sclerotinia sclerotiorum), el “Cancro del tallo” (Diaporthe phaseolorum), la “Podredumbre de la raíz y de la base del tallo (Phytophthora sojae), la “Muerte súbita” (Fusarium solani), la Mancha ojo de rana (Cercospora sojina), el Mildiú (Peronospora manshurica), la “Roya de la soja” (Phakopsora pachyrhizi), enfermedades de fin de ciclo cómo la “Mancha púrpura” (Cercospora kikuchii), el “Tizón del tallo y de la vaina” (Phomopsis spp.), la “Antracnosis” (Colletotrichum spp.) y la “Mancha parda” (Septoria glycines), etc., son cada vez más limitantes de la producción de soja en la Argentina.

Por tal motivo, ante la ocurrencia de problemas sanitarios, es necesario identificar las enfermedades presentes en cada lote, conocer el comportamiento de los cultivares a las mismas y ajustar el manejo para reducir el nivel de pérdidas. Entre las prácticas de manejo se mencionan a la resistencia genética, control químico, manejo cultural (rotaciones, FS, GM, otras). En caso de ser posible, se recurre a la resistencia genética, por ser el método más económico y simple de control.

Las rotaciones generalmente permiten reducir la cantidad de inóculo. Las estategias de manejo a implementar son una ó varias, dependiendo de la enfermedad. Se recurre básicamente a la resistencia genética, con enfermedades cómo el Cancro del tallo; a control cultural (GM y FS) con la Podredumbre húmeda del tallo y a control químico con la Roya de la soja y las enfermedades de fin de ciclo.}

Plagas: En general se cuenta con abundante información sobre el manejo de la mayoría de las plagas en soja. Cabe hacer una mención especial sobre las chinches y los nematodos por su relación con el manejo de cultivares.

Las chinches generalmente provocan mayores daños sobre los cultivares de ciclo corto en FS tempranas y en FS muy tardías con cultivares de ciclo más largo. En estas situaciones se debe realizar un monitoreo y control más estricto de esta plaga. Sus daños en general se diluyen en FS óptimas, al incrementarse la superficie cubierta por el cultivo.

A la fecha se ha reportado a dos nematodos provocando reducciones de rendimiento en el cultivo de soja en Argentina, el "Nematodo de la agalla" (Meloidogyne spp), desde principios de la década del 80 y el "Nematodo del quiste de la soja" (NQS) (Heterodera glycines) a partir de la campaña 1997/98.

El nematodo de la agalla, está difundido en algunas áreas de la región sojera argentina, tales como el centro oeste de Córdoba y en la provincia de Tucumán y ya se lo ha reportado en sitios aislados de las provincias de Salta, Santiago del Estero, Santa Fe, La Pampa y Buenos Aires.

El NQS es la plaga más importante de la soja en los EEUU y en Brasil. A la fecha se lo ha reportado en las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Tucumán, Chaco y Salta, habiéndose encontrado poblaciones muy altas en lotes de la región núcleo sojera; por el momento se han identificado 5 razas (1,3,4, 5 y 14).

El uso de cultivares resistentes a las especies y razas presentes es una de las prácticas de manejo más importantes para ambos nematodos y en el caso del NQS, esto debe ser complementado con rotación de cultivos no hospedantes y siembra directa.

Consideraciones

Las características del ambiente determinan el rango de GM y los cultivares de cada GM que mejor se adaptan a cada región y lote.

Las limitaciones para el óptimo crecimiento del cultivo tanto edáficas (texturas arcillosas, capas compactadas, tosca, baja fertilidad, etc), como climáticas (alta probabilidad de ocurrencia de estrés hídrico), etc, afectan con más frecuencia y en mayor medida la expresión del potencial de rendimiento de los cultivares de ciclo corto, resultando en estas situaciones más segura la utilización de cultivares de ciclo más largo.

Como contrapartida, cuando las condiciones son favorables para el óptimo desarrollo del cultivo, los cultivares de ciclo corto son los que permiten la expresión del potencial de rendimiento reduciendo la incidencia del vuelco y problemas sanitarios provocados por enfermedades como la Podredumbre húmeda del tallo.

La información con la que cuenta el productor y su asesor sobre el comportamiento en cada lote de los cultivares utilizados en diferentes campañas, integra a todo el complejo de características ambientales locales. Su análisis resulta sumamente valioso para orientar la elección de GM, incorporación de nuevos cultivares de dichos GM ( teniendo en cuenta longitud del ciclo, hábito de crecimiento, potencial de rendimiento, comportamiento a vuelco, enfermedades y plagas, etc.) y su manejo (FS, espaciamientos y densidades).

Atendiendo a que la condición ambiental es la limitante más importante del rendimiento, un programa de siembra debe considerar la mejora del ambiente de producción, cómo objetivo fundamental. Las prácticas más relevantes para lograr este objetivo, son la rotación, la SD, la fertilización, mejoramiento de la condición física y manejo eficiente del agua.

Ing. Agr. Héctor Baigorri

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