Históricamente, en la región pampeana los balances de nutrientes son marcadamente negativos, como así también la condición de fertilidad de los suelos. El deterioro de este recurso y la aplicación de dosis subóptimas de nutrientes nos alejan de los rendimientos potenciales en una brecha que asciende al 20-30% en diferentes cultivos.
Para achicar esa diferencia, se hace preciso aplicar un manejo de suelos y nutrientes sustentable. Esto incluye, por un lado, prácticas propias de la agricultura regenerativa como la no remoción del suelo y rotaciones diversas incluyendo cultivos de servicios; y por el otro, un buen diagnóstico de fertilidad y fertilización balanceada, considerando macro y micro nutrientes.
Muestreo y análisis de suelos, aliados estratégicos.
El muestreo y el análisis de suelos constituyen la etapa fundamental del proceso de diagnóstico de deficiencias de nutrientes. El análisis de suelo es considerado una tecnología de proceso ya que, a un costo bajo (ej. 2-3 USD/ha), es posible definir la probabilidad de obtener respuesta a una inversión en fertilización.
Estos análisis ayudan, junto al uso de modelos de diagnósticos calibrados, a la determinación de la dosis de nutrientes a aplicar en cada lote y/o ambiente. A pesar de estos beneficios, en la región Pampeana, la mayoría de los productores aplica fertilizantes sin diagnóstico previo y en baja dosis.
Manos a la obra con el muestreo
El tipo de muestreo de suelos a realizar depende del objetivo planteado. En términos generales, para evaluar el estado de fertilidad del suelo y/o para el diagnóstico nutricional se utiliza el criterio del muestreo compuesto, en donde se obtiene una muestra por ambiente o lote.
El momento y profundidad de muestreo está fuertemente determinado por la dinámica del nutriente en el suelo. Así, los nitratos o sulfatos se deben muestrear todos los años y lo más cercano a la fecha de siembra. En cambio, el fósforo extraíble o variables que tienen un cambio lento en el tiempo como pH y materia orgánica, se pueden analizar cada 2 o 3 años, o con frecuencias variables.
Una vez definida la dosis de nutrientes, resta ajustar la tecnología de fertilización, es decir, definir la mejor estrategia de fuente, momento y forma de aplicación para cada lote o ambiente.
Trigo 2023/24: ¿Cómo "aprovechar" el remanente de nutrientes?
La campaña 22/23, marcada por bajos rendimientos e inclusive lotes con cosecha cero, ilusiona en dejar una marcada residualidad de nutrientes disponibles para los cultivos de invierno. Sin embargo, este aporte debe evaluarse mediante un diagnóstico extendido que integre evaluaciones en suelo y canopeo, para determinar si hace falta o no fertilizar. A continuación, algunas recomendaciones:
Paso 1- Evaluar el potencial productivo del lote o ambiente y realizar una estimación realista del rendimiento, en base a información histórica del lote, evaluando la disponibilidad de agua útil en el perfil, indicadores de fertilidad o calidad edáfica, entre otras fuentes de información.
Paso 2- Analizar el contenido de nutrientes que limitan el rendimiento o variables que ayudan a estimar la oferta de los mismos: nitratos y sulfatos hasta 60 cm, y fósforo extraíble (0-20 cm); Nan (nitrógeno incubado en anaerobiosis, 0-20 cm), zinc y boro extraíbles (0-20 cm). No hay que olvidar asignar el aporte, mediante contribución y/o posible inmovilización de nutrientes de cultivos antecesores en base a información local disponible.
Paso 3- Monitorear el estado nutricional del cultivo. La evaluación del canopeo o parte aérea de las plantas complementa los análisis de suelos y ayudan a analizar la probabilidad de tener respuestas a la refertilización en estadios tempranos del ciclo.
En base a lo anterior, se buscarán opciones de fertilizantes y métodos de aplicación adecuados para el sistema de producción, procurando maximizar eficiencias de uso de los nutrientes aplicados.