Este comportamiento reiterativo, nos indica que como sociedad sostenemos una relación conflictiva con el fuego, pues cuando se manifiesta descontroladamente es tarde para hacer algo, y cuando deberíamos hacerlo, no nos ocupamos.
La región chaqueña es naturalmente propensa al fuego. Nuestra región tiene una peligrosa combinación de momentos de alta productividad de biomasa, alternados con una prolongada estación seca, en la cual, si la biomasa no es consumida o removida, se acumula por no tener condiciones para degradarse naturalmente. Este es el paradigma de las regiones semiáridas del mundo: lugares más húmedos tienen altas tasas de descomposición de la biomasa generada, y lugares más secos no producen tanta cantidad de biomasa.
Si solo nos guiamos por el efecto perjudicial observado, la primera acción correctiva que estimula un incendio es la prohibición absoluta del fuego. Ha quedado ampliamente demostrado que la exclusión total del fuego ha sido un fracaso en todos los países donde se aplicó. La biomasa que se acumula debe tener algún tratamiento o destino, porque de lo contrario sólo estaremos empujando el problema hacia adelante, el cual inevitablemente será cada vez peor.
Para manejar estas situaciones, es muy importante que entendamos cómo funciona el fuego en nuestros ecosistemas, qué condiciones son las que controlan su comportamiento y programar con tiempo lo que podemos hacer a nivel individual y colectivo para manejarlo y prevenir problemas futuros. Algunas acciones concretas que recomendamos desde nuestra experiencia en ecología y manejo del fuego son las siguientes:
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El manejo productivo de los ecosistemas es una forma concreta de dar uso a la biomasa excedente de los ecosistemas: el pastoreo, el rolado, la cosecha, las quemas prescriptas, la recolección de leña muerta, el aprovechamiento forestal, son algunos de los tratamientos de la vegetación natural que remueven biomasa y previenen la propagación de los incendios, a la vez que generan trabajo y producción.
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Una herramienta para prevenir la propagación de incendios son los "cortafuegos", que son zonas donde se interrumpe deliberadamente la continuidad de combustible. Se recomienda orientarlos en sentido este - oeste. Un diseño adecuado de cortafuegos debe asumirse a escala de paisaje, en acuerdos regionales entre campos vecinos, para su apertura, mantenimiento y gestión.
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Las quemas controladas como herramienta de control de la biomasa, deben planificarse con un objetivo claro, por lo menos con año de antelación, realizando evaluaciones previas de los combustibles a quemar, diseñando cortafuegos, planificando las fechas apropiadas, monitoreando las condiciones meteorológicas, y solicitando la habilitación legal correspondiente para aplicar.
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La vigilancia compartida de las variables meteorológicas, del estado de los combustibles y de alertas tempranas de fuegos es fundamental. Hoy las redes de comunicación y la tecnología disponible son importantes herramientas para hacer esta tarea más accesible, rápida y compartida. Se requiere de coordinación y articulación entre productores e instituciones públicas.
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El fortalecimiento de las capacidades prediales y públicas es fundamental para el control temprano de posibles incendios o quemas no controladas. Ante la ocurrencia de fuegos no controlados, improvisar puede llevar a una tragedia. Hay que estar preparados y dedicar tiempo, capacitación y recursos a ello.
