Los microorganismos del suelo, como la biomasa de raíces, son elementos que se encuentran debajo de la superficie del suelo; por ello resulta dificultoso verlas y medirlas, pero no por eso dejan de tener su trascendencia en cuanto a la productividad de los cultivos.
En Formosa, la producción fue evolucionando a través de los años. Según palabras de Arauco Schifman, investigador de INTA del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, Región NEA, en esta zona del país hubo un proceso inmigratorio "que se inició con inmigrantes provenientes de Paraguay que escapaban de la guerra, y también hubo una corriente que provenía de provincias vecinas como Corrientes y Chaco. En ese marco, se estableció una mixtura de conocimientos y prácticas que fueron expandiendo la agricultura, intensificándola con el correr del tiempo". Una de las problemáticas que esta intensificación trajo fue la pérdida de biodiversidad de los suelos; la práctica agrícola más predominante fue el monocultivo de algodón, con herramientas que laboreaban el suelo siempre a la misma profundidad produciéndose, con el tiempo, pisos de arado.
El promedio de precipitaciones de la región es de 1200 mm anuales, "pero en los últimos 10 años hubo mucha variabilidad que provocaron heladas anticipadas o tardías, como así también sequías prolongadas. Aquí, los suelos son de origen aluvional y los mejores suelos agrícolas de la zona son Clase 2 y 3, pero con riesgo de erosión hídrica y baja retención hídrica" determinó el investigador.
Frente a estas problemáticas físicas, químicas y biológicas fueron surgiendo diversos sistemas alternativos, y uno de ellos tiene que ver con los intercultivos, muy utilizados por los productores de Brasil y Paraguay.
Los cultivos de maíz, poroto caupí y zapallito se realizan en forma de monocultivo, "sobre suelos degradados natural y antrópicamente. Las posibilidades de intensificación sustentable pueden pasar por la realización de intercultivos de esas especies" remarcó Schifman.
El intercultivo es una práctica en la que dos o más cultivos crecen en surcos intercalados, en una misma superficie y estación de crecimiento. Si se elige la combinación adecuada de especies y cultivares, es posible lograr una mayor eficiencia de uso de los recursos disponibles con respecto a los cultivos sembrados en monoculturas.
"Los sistemas productivos consociados como éste, que tradicionalmente realizaban los productores de la región, permitían que los suelos agrícolas con limitaciones no se degraden a través del tiempo. Por eso, realizamos un ensayo de intercultivos de maíz, poroto caupí y zapallito vs. sus monocultivos, y así se evaluó diferencias en el rendimiento final" aseveró el especialista.
Componentes que van a determinar el rendimiento de mis cultivos
Tal como se estableció, en el sistema que se lleva a cabo se utilizan tres tipos de cultivos: maíz, poroto caupí y zapallito. En ese sentido, Schifman expresó que "la densidad de plantas por m2 determina la cantidad de biomasa que voy a lograr, que a su vez es determinada por la cantidad de área foliar del cultivo; a más cantidad de cultivo en un mismo espacio y tiempo, generamos más rápidamente área foliar. De esta manera, estaríamos evitando la evaporación hídrica del suelo y aumentando la evapotranspiración que favorecerá a la creación de biomasa y al rendimiento de los cultivos".
Esta biomasa generada crea un mejor microclima en lo referido a la biología del suelo, ya que mantiene mucho mejor la humedad del suelo y genera un alimento más diverso y rico para los microorganismos presentes. La influencia de los intercultivos en la biología de los suelos, como así también en el rendimiento productivo, es clave.
Prueba de ello son los resultados obtenidos en la interacción del tratamiento Maíz-Caupí-Zapallito. "En estos ensayos hemos comprobado que 1 ha de policultivo produce la misma cantidad de alimento que 2,27 ha de monocultivos. Y para el caso del binomio Maíz-Zapallito, la determinación sería 1 ha vs. 2,24 ha. Estos números nos permiten generar conocimiento, para trasladar a la práctica cotidiana de los agricultores de baja escala, alternativas de uso intensivo del factor tierra, combinando cultivos y generando, a su vez, servicios ecosistémicos que podrían ser determinados y medidos" señaló el investigador.
En definitiva, se obtuvieron ventajas en rendimiento en los intercultivos. Así, se determina que éste tipo de ensayos pueden servir para mejorar los sistemas productivos de los productores.