A la hora de sembrar alfalfa, Fernando Scaramuzza, técnico de la EEA INTA Manfredi, asegura que el primer paso es una revisión de la máquina. "Generalmente no tenemos equipos específicos para siembra de pasturas, sino máquinas de fino con un cajón destinado a ese propósito. Como mínimo hay que chequear los dosificadores y las condiciones de los caños de bajada".
La siembra de alfalfa requiere un lote con los residuos de cosecha distribuidos uniformemente; no podemos usar un barredor de rastrojos porque las líneas están muy juntas. Es una siembra delicada, superficial, con una semilla que tiene pocas reservas. "La idea es trabajar a baja velocidad, 5 km/h, sin poner tanta presión sobre las ruedas limitadoras. El contenido de humedad superficial es muy importante; las semillas van a estar a 1-1.5 cm de profundidad".
En este contexto corresponde regular las cuchillas para que trabajen a la profundidad indicada. Y también los dobles discos, siempre verificando dónde vamos a dejar la semilla. Si hay ruedas tapadoras, levantarlas, porque aporcan y muchas veces nos cambian la profundidad, lo cual afecta el coeficiente de logro.
Mediante la presión sobre las ruedas limitadoras de profundidad tenemos que garantizar que vayan pegadas al suelo, y en eso juega la velocidad de avance. "El consejo es buscar que trabajen con el mismo peso del cuerpo o bien poner la mínima presión que puedan llevar. Con excesiva presión el equipo va a tender a enterrarse un poco más en suelo suelto, o irá saltando si este es muy desparejo, con lo cual va a dejar mucha semilla fuera del suelo.
Definitorio
El objetivo final es lograr un buen stand de plantas; a los 120 días necesitamos entre 250 y 350 pl/m2. Debemos tener en claro qué cultivares vamos a elegir, que se trate de semilla fiscalizada, protegida, conocer el peso de 1000 semillas.
Conviene liberar los caños de bajada y muestrear cuánta semilla estamos tirando, uno por uno. Y volver a testear a medida que avanza la siembra. "En este proceso se juega el 70% del éxito en cuanto a la cosecha de biomasa que vamos a realizar en el futuro. Es importante saber cuál ha sido el coeficiente de logro". Precisamente para conocer cuál ha sido el stand de plantas alcanzado, en el INTA buscaron tener una métrica de este coeficiente de logro. Utilizaron drones con lo que obtuvieron un alto volumen de muestreo. Ahora programan vuelos dentro del lote, lo monitorean y miden qué coeficiente de logro se ha alcanzado en función de los espacios vacíos a los 120-150 días. "Lo puede hacer el propio productor. Es una plataforma amigable. Hay que recuadrar el lote, decirle donde está sembrado y la plataforma hace una planificación del vuelo. El drone se va a mover de forma automática, hará los muestreos correspondientes y esas imágenes bajadas a la plataforma se encargan mediante inteligencia artificial de darnos el coeficiente de logro alcanzado".
El lugar justo
La planificación es clave en alfalfa: nos va a dar el escenario con que llegamos al momento de la siembra. Y una vez allí, hay que saber llevarla a cabo con éxito. La elección del lote es fundamental. Hablamos de los puntos más altos del relieve, ya sea loma o media loma, donde no haya chances de anegamientos temporarios. "No van con esta especie, al igual que la salinidad excesiva o la sodicidad. Inclusive en lotes buenos que tienen alguna depresión está el riesgo de que la alfalfa se termine perdiendo", advierte Oscar Zen (FCA-UNL).
La alfalfa es una gran proveedora de proteína al ganado. Demanda una excelente inoculación y reinoculación, con Rhizobium específicos para esta leguminosa. Necesita asimismo un suelo oxigenado, 15% al menos de porosidad, sin restricciones al crecimiento radicular. "El fósforo tiene que estar por encima de 20 ppm; se puede hacer una fertilización de base y luego aplicaciones todos los años".
Fuente: Aapresid