Las enseñanzas de la última seca
Si la próxima primavera viene con pocas lluvias, los escasos milímetros caídos entre septiembre y noviembre estarán protegidos. Impacto en la comunidad microbiana del suelo.
Guillermo Rivetti trabaja en el sur de Córdoba, San Luis, noroeste de Buenos Aires y norte de La Pampa, una zona donde los cultivos de servicio (CS) prestan una valiosa ayuda en la lucha contra la erosión eólica. En la medida en que los sistemas se intensifican, se incorporan CS de distinto tipo. Así, este problema se corre del centro de la escena y aparecen cuestiones como la administración del agua caída, el combate de malezas y la mejora de los defectos físicos del suelo.
El comentario es útil pensando que tendremos probablemente otro año Niña. "La última seca puso a prueba los sistemas con CS, luego de tres campañas sin recarga suficiente en el otoño. Arrancamos con perfiles bastante secos y si a eso le sumamos el consumo del CS el escenario nos generó un desafío para la siembra de soja y maíz". Fue la primera vez en muchos años que implantaron cultivos comerciales sin tener los 2 metros de perfil en capacidad de campo. "No se le puede achacar a los CS; los ensayos que estaban con barbecho largo tampoco alcanzaron un perfil totalmente recargado. Lo cierto es que no hubo lluvias suficientes. Donde se implantaron CS desde luego se rescataron algunos milímetros menos".
Rivetti explica que por años han corroborado que el balance hídrico entre un sistema de CS bien manejado y el barbecho largo no supera los 50-70 mm a favor de este último. Entiende que con precipitaciones normales en primavera-verano, no debería ser un problema. "En años de seca si no hubiésemos hecho el CS igual no tendríamos lleno el perfil y además estaríamos perdiendo agua por acción del viento sobre un suelo desnudo. El CS protege esos pocos milímetros caídos entre septiembre y noviembre".
A la hora de pensar en las especies involucradas, el centeno reina en esta zona. Es de muy fácil logro, produce mucha biomasa con pocos milímetros, tiene gran adaptación y rusticidad. Es cierto que como antecesor del maíz no es lo mejor, por la retención temporaria de nitrógeno (N). Además el sistema radicular es mucho menos profundo que el de la vicia u otras leguminosas. "Por eso tratamos de privilegiar rotaciones donde la intensificación contenga un CS consociado -leguminosa + gramínea- cuando ya está bastante estabilizado el sistema. Los CS ayudan a reducir los niveles de fertilizante utilizado. Estamos midiendo el 50% de las necesidades de un cultivo de maíz detrás de una vicia".
El profesional asegura que un mix de vicia con algunos kilos de centeno o triticale funciona muy bien: se tiene fijación de N, un cierto cincelado del suelo, no se produce una retención temporaria de N que luego perjudica al maíz, y el centeno aporta esa biomasa duradera con una relación C/N más alta -se degrada más lentamente que la vicia-, un verdadero poncho para el suelo. Crucíferas y tréboles no se han sentido cómodas en el invierno seco y hostil de esta parte del país.
No es bueno generalizar, pero mientras más temprano podamos instalar el CS, mejor, porque va a producir más biomasa anticipadamente a la siembra del cultivo comercial. Lo podemos interrumpir con antelación y tendremos más tiempo para recuperar los milímetros que consumió. "El problema es que la soja no entrega los lotes de forma temprana. Se pueden intercalar alguna siembra aérea, pero con la leguminosa del mix no nos va a ir muy bien. Así, si tenemos que recurrir a la sembradora hay que pensar en abril e incluso mayo. El punto es que podemos lograr el objetivo con una vicia de 2800-3500 kg MS, y la importancia está en los raíces más que en la biomasa aérea".
Es otra historia con el maíz antecediendo al CS, en donde se puede recurrir a siembras aéreas. "Tenemos el procedimiento muy ajustado con avión o con Altina. Arrancamos cuando detectamos que el otoño está declarado, lo que a veces se da a fines de marzo y otras a mediados de abril, y el objetivo de anclar el rastrojo de maíz se logra perfectamente. Distinto es si apuntamos al control de malezas, ahí lo necesitaremos sembrado a fines de febrero, momento en que el maíz tiene un alto uso consuntivo y puede hacer fracasar el CS".
Chau malezas
Navier Picco desarrolla actividades en el centro de Santa Fe y Entre Ríos. "Los CS son una herramienta fundamental para manejar problemas de malezas. En la zona complican yuyo colorado, chloris, Alepo y rama negra. El control se facilita, sin dudas", enfatiza el consultor. Coincide que resulta mucho mejor sembrar temprano el CS, a fin de febrero, marzo o a más tardar abril, si bien los ha implantado incluso a fines de junio con inviernos húmedos y menos fríos y logró vicias de 8000-9000 kg de MS.
Cuanto antes sembremos el CS más va a aprovechar las condiciones que se dan en la primera parte del otoño en esta zona. Enseguida empezará a crecer y se evitan dolores de cabeza. Picco advierte que recurrir a un CS no implica dejar de lado el manejo químico o descuidar la arquitectura del cultivo comercial si se pretende controlar malezas. Y que paralelamente hay que pensar en la solución a problemas de erosión hídrica, caída de materia orgánica y compactación, entre otros.
"Las mezclas son lo que mejor funciona, según surge de la Red de Cultivos de Servicio de Aapresid. Definidas las especies hay que tener bien clara la conformación de la rotación, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Si salimos de un maíz de primera e implantamos una mezcla en marzo y luego queremos ir a una soja de primera, tenemos que saber que nos están anunciando una Niña y es probable que el secado lo tengamos que hacer antes. La fecha de terminación del CS debe estar definida a priori".
Por lo demás, la idea es que el CS debe tratarse como cualquier otro cultivo. "No pasa por ir y tirar la semilla. Se necesita una calibración de densidad y una fertilización adecuada para que lo ayude a establecerse. La inoculación en vicia es clave".
Buenas señales
El INTA cuantificó las mejoras en la capacidad de captura y almacenamiento de agua, en la disponibilidad de N y rendimiento del maíz tras el uso de CS en establecimientos de Santiago del Estero, básicamente vicia villosa y centeno, y mezclas de ambas especies con distinta proporción de la gramínea. El objetivo era conocer el efecto sobre el cultivo del maíz.
Solamente en vicia villosa y producto de la fijación biológica, el N y la disponibilidad total para el cultivo de maíz cuantificada se incrementó en un 13 % en relación con el barbecho. En el caso de las mezclas, el N disponible total no se modificó, reduciéndose en promedio 20 % respecto del barbecho, lo que muestra que la inmovilización fue más importante que la mineralización.
En cuanto al efecto sobre la disponibilidad de agua, finalizado el ciclo de los CS el agua útil fue en promedio 63 % inferior. Luego del secado, y como consecuencia del efecto de la biomasa aérea y radical generada, la capacidad de capturar y almacenar el agua de las precipitaciones permitió duplicar la recarga primaveral del perfil en los tratamientos con CS. Esta mayor recarga continuó durante el ciclo de maíz y posibilitó que ya no hubiera diferencias en el agua disponible al momento de la floración del maíz
Microorganismos
Por su parte, una investigación financiada por el USDA analizó la respuesta de la comunidad microbiana (CM) a los cultivos de servicio según el tiempo transcurrido desde su terminación en una rotación trigo-sorgo-CS, siendo este arveja, avena y canola; mezclas de arvejas y avena; arvejas y canola; y un mix de arvejas, avena, canola, rábano forrajero y cebada. La estructura de la comunidad microbiana del suelo se analizó al finalizar el ciclo del CS, a los 36 días (Fase I) y un año después (Fase 2). La biomasa microbiana total (TMB) bajo avena fue significativamente mayor que bajo canola (en un 47%) en la fase I. La TMB fue 48% mayor en arvejas, arvejas + canola y el CS multiespecie, y la población de hongos micorrízicos arbusculares fue entre 70% y 93% más grande en arvejas, canola y sus mezclas que en barbecho en la fase II.
Concluyeron que un largo período de barbecho después del cultivo comercial o del CS parece perjudicial para la proliferación de la comunidad microbiana. En esta experiencia, los CS mejoraron la abundancia de esta comunidad en comparación con el barbecho. Por cierto, cabe destacar que las respuestas de la comunidad microbiana variaron entre CS y también en el tiempo transcurrido después de su terminación.
Este estudio observó asimismo que la falta de aportes de residuos en el barbecho dio como resultado una menor biomasa microbiana, lo que indica que los CS, ya sea en monoespecie o en mezclas, proporciona una opción más inteligente en comparación con el barbecho largo. Fomenta la proliferación de comunidades microbianas respecto de la opción de dejar la tierra en barbecho, y la cobertura continua puede ayudar a mantener su abundancia en el tiempo.