Fruticultura

Reducción de asoleado en manzanas

La siembra de coberturas verdes en el interfilar de los montes frutales es una práctica para atenuar el porcentaje de descarte en temporada

El daño por sol es un problema común del Alto Valle del Río Negro que depende de factores meteorológicos y de manejo del monte frutal. Los factores que agravan este problema son: variedades de pera y manzana susceptibles al asoleado de frutos, sistemas de conducción más abiertos, pies enanizantes y altas densidades de plantación. El mayor o menor efecto de cada uno de ellos depende del manejo del monte.
 
Existen muchas prácticas para atenuarlo y disminuir los porcentajes de descarte en la temporada. Una de ellas es el uso de coberturas verdes.
 
Sembrados en el interfilar
 
Son cultivos anuales o perennes sembrados en el interfilar del monte frutal. Estos aportan materia orgánica, disminuyen la compactación del suelo y la erosión, permiten una rápida infiltración del agua facilitando la entrada con las maquinarias al cuadro y actúan como refugio de insectos benéficos, entre otros.
 
En montes frutales sin control activo de heladas se recomienda el uso de verdeos de verano. Son anuales y de rápido crecimiento. Producen forraje con altas temperaturas en poco tiempo. Las especies más conocidas en la región del Alto Valle son: mijo, moha y sorgo.
 
Verdeos de verano
 
Los verdeos de verano son sensibles a las heladas, por lo que deben sembrarse en la zona del Alto Valle entre fines de octubre y la primera semana de noviembre. Esta precocidad permite lograr: buena competencia con las malezas (por ejemplo: gramilla), volúmenes considerables para incorporar al suelo como abono verde y también material verde para la alimentación animal. El ciclo corto de estos cultivos va de 60 a 90 días.
 
Experiencias locales
 
Se realizaron ensayos en chacras de productores desde las Agencias de Extensión de INTA en Cipolletti y Villa Regina. Fueron sembrados mijo o moha en el interfilar de montes de manzana y se compararon con la vegetación que crece naturalmente. Las siembras se hicieron entre el 20 de octubre y el 15 de noviembre a razón de 40 kg de semilla por hectárea.
 
Al momento de cosecha se observaron manzanas de las caras más afectadas, norte y oeste, según la orientación de la espaldera. Se clasificaron en: sin daño, con daño leve y con daño severo. El resultado de distintas temporadas fue el aumento de la cantidad de fruta comercializable, es decir manzanas sin daño o con reflejo (daño leve), que varió entre un 93 y un 100 % en interfilares con mijo o moha. En aquellos que se mantuvieron con la cobertura natural, los porcentajes de manzana comercializable no superaron en promedio el 90% del total, con porcentajes de descarte del 20% en algunos casos.
Asimismo, se midió la cantidad de forrajes de mijo y moha producido que puede expresarse en 60 a 130 fardos por hectárea.
 
Recomendaciones
 
La preparación del suelo consiste en rastrear y nivelar (cuadrantear) los interfilares, tarea que se hace comúnmente antes del inicio de la temporada de heladas, ya que facilita la distribución del agua.
 
La siembra al voleo es una práctica económica que implica una hora de trabajo por hectárea y es conveniente hacerla con el suelo húmedo. Posteriormente, es necesario tapar las semillas de manera que la profundidad no supere los 5 cm. Para ello, lo apropiado es usar una rastra de clavos o una de discos sin cruzar.
 
El primer riego luego de la siembra es necesario darlo una vez que las plantitas emergieron, es decir cuando se ven las puntitas verdes, para evitar que el suelo se compacte. Esto variará entre 7 a 15 días después de la siembra de acuerdo a la temperatura.
 
Luego de ello, los riegos se deben hacer de acuerdo a la demanda de los frutales. Si el riego de estos es por surco, al menos una vez por mes debe regarse todo el interfilar para garantizar el crecimiento del verdeo.
 
Cuando llega el momento de la cosecha, tanto el mijo como la moha se desbrozan para facilitar el movimiento de personal, escaleras y bins. Terminada la cosecha se incorporan al suelo.
 
El uso de coberturas verdes es una práctica recomendable por sus efectos benéficos sobre las características físicas del suelo y sobre la biodiversidad del monte frutal, así como, por su efecto sobre la incidencia del asoleado, aportando a su vez forraje para el consumo animal.
 
Ing. Agr. Soledad Urraza. INTA. Agencia de Extensión Rural Alto Valle Oeste, Cipolletti.
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