Esto seguramente se ha llevado parte del rendimiento potencial y confirma una expectativa de producción inferior a la que se perfilaba finalizando el mes de diciembre, manejándose cifras que ya se ubican próximas a los 48 millones de toneladas.
En el siguiente mapa se presenta el estado hídrico de la soja de primera. Este balance hídrico no necesariamente explica la condición actual del cultivo, debido a que las fechas de siembras y la fenología utilizadas como hipótesis de trabajo no necesariamente son coincidentes con lo sucedido en esta campaña. La clave fue la irregularidad del comportamiento del clima.
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En un rápido recorrido por el último semestre podemos recordar que cerramos el 2012 con lluvias record, observándose luego un período donde las precipitaciones retrocedieron de manera drástica. Si bien las reservas permitieron alcanzar finales de enero dentro de un contexto hídrico relativamente favorable, la primera quincena de febrero fue muy dificultosa para gran parte de la región pampeana y posiblemente sea este el período que generó las mayores perdidas de rendimiento. Finalmente el anticipo de la transición estacional ha venido generando condiciones favorables para que se concreten heladas tempranas, fundamentalmente en zonas del sur donde es conocido el mayor nivel de riesgo, sin embargo estos enfriamientos están al menos 20 días adelantados respecto de los valores estadísticos, incluso en esta zona más vulnerable.
El mapa ayuda a perfilar a gran escala las zonas donde los rendimientos pueden verse afectados y otras donde los mismos deberían ser buenos o incluso superiores a los normales. En este sentido el noreste de la región pampeana se viene mostrando como para cerrar una gran campaña. Dentro de la zona núcleo la condición hídrica ha sido más mixturada, en general más pobre hacia el oeste, grave en el sur de CB. El oeste de BA es una gran incógnita, debido a que es difícil estimar el estado de los cultivos con un balance hídrico que no puede considerar el auxilio de las napas freáticas como una herramienta que pudo sostener la demanda de agua en momentos de escasez de lluvias.
En resumen, podría decirse que la suerte de esta campaña sojera queda ligada al tránsito que han tenido los cultivares en la última semana de enero y en las dos primeras de febrero. Por entonces las lluvias tuvieron una gran discrecionalidad y seguramente definieron aportes vitales que hoy se cuentan o descuentan en kilos. Para las sojas que ingresaron en floración en la segunda parte de febrero, es posible que la mejora de las precipitaciones se haya manifestado en un freno al deterioro que sufrían por la escasez de reservas.
El mapa también puede considerarse para evaluar cual es el estado actual de reservas de cara al comienzo de la campaña fina. Obviamente el oeste debe comenzar a mejorar, de modo de no llegar a finales de abril con demandas que normalmente son difíciles de satisfacer cerrando el trimestre de otoño.
Por lo pronto las lluvias no reaparecerán en el corto plazo. Habrá que esperar que se reinstale una masa de aire de origen tropical como para alentar que el mes de marzo cierre con un mejor perfil pluvial. Por el momento el centro norte del país se ha llevado las mejores lluvias, aunque en los últimos días han sido benéficas las lluvias en CB y algunas precipitaciones se han concretado en la franja este de BA.
El amanecer de mañana todavía es riesgoso para el sur de BA, quizá no se observen heladas rigurosas, pero las condiciones térmicas no serán las ideales para cultivos en floración. La marcha de temperatura evoluciona con un crecimiento , alejando el riesgo de heladas hacia el domingo, pero igualmente sosteniendo un patrón térmico inusual para finales de verano. El adelanto de la transición estacional, puede promover una oferta de agua inferior a la normal en zonas del oeste que habitualmente en marzo, aún reciben precipitaciones destacadas. Esto genera una presión extra para el mes de abril y habrá que ver como se van dando las conveniencias entre el avance de cosecha y las necesarias recargas del perfil.
