Economía

Los contratistas rurales se quedaron sin margen para renovar equipos

La mayor superficie con trigo demandará más actividad. Sin embargo,los números no cierran

15 Nov 2014

Luego de seis campañas, el trigo regresó a los lotes en secano en el centro norte de la provincia. La noticia fue bien recibida por el suelo, que se va a ver beneficiado por el aporte de materia orgánica que deja la gramínea, y también por los contratistas rurales, que van a poder prestar su servicio de cosecha mientras se decide la siembra de los granos gruesos.

Según algunas estimaciones privadas, al norte de la ruta nacional 19 habría sembradas más de 300 mil hectáreas con trigo, lo que marca el retorno del cereal, que se había ausentado de la zona por cuestiones climáticas y también comerciales. Ahora de vuelta, y exhibiendo en general un buen estado, los contratistas esperan acelerar en los próximos días el ritmo de su recolección.

Más allá de ser trabajo para las cosechadoras en esta época del año, los números del servicio no son alentadores. La baja en el precio del cereal está complicando la ecuación. Si bien la Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola (Facma) calculó un valor de referencia que incluye amortizaciones e intereses, los contratistas de la zona saben que será difícil de poder acordarlo con los productores.

“El precio fijado por la federación es el correcto, ya que incluye las amortizaciones que son tan necesarias en esta actividad, pero en esta zona no se van a poder cumplir. El productor no está en condiciones de pagarlo”, advierte Daniel Cardarelli, presidente de la Asociación de Contratistas Rurales del Centro y Norte de la provincia de Córdoba, una entidad adherida a la federación argentina y que agrupa a más de 200 contratistas de la región.

Para tener una referencia, la minuta calculada por Facma prevé que para cosechar un trigo de 28 quintales, el precio a percibir por la tarea es 590 pesos. Mientras tanto, los contratistas del norte aseguran que, como mucho, van a poder cobrar 500 pesos por hectárea.

“Quizá esos valores se puedan pagar en la zona núcleo de la provincia, acá es muy difícil. La distancia al puerto condiciona mucho los números”, aseguró Eduardo Martos, contratista que presta servicios de cosecha entre Jesús María y Sebastián Elcano.

Quince años atrás se cobraba en la zona por la trilla un costo de alrededor de 2,5 quintales de trigo, y los números cerraban; hoy esa magnitud se ha aproximado a los cinco quintales y la ecuación está en rojo.

“No alcanza para la amortización de la maquinaria y menos para pensar en cambiarla. De esta manera nos estamos descapitalizando”, aseguró Nery Cardarelli. El contratista, que hace labores de siembra, hizo una relación simple. “Se necesita cobrar el valor de 50 litros de gasoil por hectárea para salvar los costos y tener posibilidades de invertir”.

Sin financiamiento

Pedro Pérez es productor y contratista de la zona; recuerda con precisión los números sobre los cuales hizo las últimas operaciones de compra de maquinaria. “En 1998 compré una sembradora de 10 surcos y la pagué 33 mil dólares. En el 2000 adquirimos otra igual, que nos costó 27 mil dólares. Ambos con financiamiento. Hoy, ante la necesidad de cambiarla se necesitan 150 mil dólares, pero la gran diferencia es que no hay crédito accesible”, relató el productor.

Como única alternativa para actualizar su equipamiento, los contratistas consideran necesaria la puesta en marcha de líneas de financiamiento a tasa fija y en pesos. “La operatoria puede ser a cuatro años para la compra de máquinas usadas, que a nosotros nos serviría; y en el caso de los equipos nuevos se puede extender a 10 años, con una tasa ajustada en los últimos años en función del valor del equipo”, aseguró Daniel Cardarelli. El pedido surge a partir de que muchos contratistas no han tenido buena respuesta ante las solicitudes realizadas en el Banco de Córdoba y en el Nación.

Con una facturación de 900 mil pesos en servicios por trigo, Nery Cardarelli sólo accedía en un banco oficial a un préstamo de 100 mil pesos. “Ni me alcanzaba para incorporarle el piloto automático, una herramienta de agricultura de precisión que cuesta alrededor de 22 mil pesos”, comparó. Para no quedarse en el tiempo, decidió prendar su sembradora, valuada en 500 mil pesos, y con un financiamiento de 224 mil pesos modificó su accionar mecánico por uno neumático. Una nueva le hubiera costado alrededor de 1,2 millones de pesos.

El maíz en problemas

El norte de Córdoba es conocido por la conducta agronómica que tienen los productores de incluir al maíz en la rotación. En buena parte de los modelos productivos, el cereal ocupa la misma superficie que la soja.

Sin embargo, en la presente campaña su porción dentro de la torta podría bajar, principalmente en campo alquilado. Con un arrendamiento equivalente a 25 por ciento del rendimiento, el productor necesita levantar alrededor de 12 mil kilos para salvar los costos, aseguran los contratistas.

El flete sigue siendo también el principal castigo que tiene el cereal producido en el norte cordobés. “Llevar una tonelada a Rosario sale lo mismo que sembrar un hectárea de soja y maíz; sembrar una hectárea tiene un costo de alrededor de 360 pesos y una tonelada enviada a puerto, 340 pesos”, relacionó Ezequiel Martos.

Ante este escenario, los contratistas llegan a la conclusión de que el negocio agrícola pende de un hilo. Hoy los productores tienen, en el mejor de los casos, la rentabilidad sumamente debilitada; los que prestan servicios de siembra, pulverización y cosecha se van descapitalizando; y los transportistas encargados de llevar el grano a puerto tienen dificultades para mantener sus unidades. No dudan en afirmar que es el Estado el que, a través de la presión impositiva, va reduciendo las posibilidades económicas de la cadena agrícola.

Mayoría absoluta. Según la Asociación de Contratistas Rurales del Centro y Norte de la Provincia de Córdoba, más del 80 por ciento de las labores agrícolas en la zona las realizan los contratistas. Eduardo Martos, Daniel y Nery Cardarelli mantuvieron hasta hace 10 años el doble rol de productores y contratistas. “La llegada de nuevos inversores a la actividad hizo que los alquileres se fueran por las nubes y termináramos saliendo del negocio”, sostuvo Daniel Cardarelli.

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