Estudio pionero revela los efectos invisibles de los agroquímicos sobre las abejas
Un estudio conjunto entre la FAUBA, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEyN), el INTA y el CONICET, reveló que las abejas expuestas en condiciones reales de campo a estos compuestos sufren alteraciones en sus sentidos, comportamiento, comunicación y hasta en sus genes.
Las abejas melíferas, esenciales para la polinización del 33% de los cultivos agrícolas, están enfrentando una amenaza silenciosa: los agroquímicos. Un estudio conjunto entre la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEyN), el INTA y el CONICET, reveló que las abejas expuestas en condiciones reales de campo a estos compuestos sufren alteraciones en sus sentidos, comportamiento, comunicación y hasta en sus genes.
"El glifosato, por ejemplo, no las ahuyenta, lo que hace que el daño potencial sea aún mayor", alertó Jorge Zavala, docente de Zoología en FAUBA e investigador del CONICET. Las abejas entran en contacto con los productos al polinizar y los llevan a la colmena, contaminando a la colonia a través del contacto y del alimento.
El equipo de investigación instaló colmenas en tres lotes agrícolas de la Estancia San Claudio, en Carlos Casares (Buenos Aires), rodeados por cultivos de soja, girasol y maíz. Allí, durante dos veranos, monitorearon a las abejas antes y después de la floración y de la aplicación de agroquímicos. Utilizando trampas de polen, determinaron tanto la procedencia del alimento como la presencia de residuos tóxicos.
Ivana Macri, profesional del INTA, primera autora del trabajo publicado en la revista científica One Earth, destacó que los resultados de campo confirmaron lo que ya se sabía en laboratorio:
"Hallamos residuos químicos en el polen y en las abejas recolectoras. Es una exposición múltiple que afecta a toda la colonia".
Los efectos se observaron a múltiples escalas: los agroquímicos alteraron genes relacionados con el cerebro, el sistema inmune y la sociabilidad de las abejas.
"Comprometieron funciones clave como la higiene, la reproducción y la capacidad de aprender o comunicar la ubicación de fuentes de alimento", explicó Macri, quien también investiga en el IFIBYNE (CONICET-UBA).
También se registró una caída en la cantidad, calidad y diversidad de los recursos alimenticios -polen y néctar- después de la floración de los cultivos.
En los agroecosistemas pampeanos conviven la flora espontánea y los cultivos agrícolas, y el trabajo de Macri y colaboradores detectó una reducción significativa en esos recursos, lo cual potenció los efectos negativos sobre las capacidades sensoriales y cognitivas de las abejas.
"Las abejas expuestas a los tóxicos fueron menos capaces de asociar los olores de las flores con recompensas en polen y néctar, y menos sensibles a los azúcares", explicó Macri. "Estos son problemas graves cuando la diversidad floral es baja -cuando florecen los cultivos- porque al final del día recolectan menos alimento, afectando la nutrición de la colonia".
La conclusión de los especialistas
Jorge Zavala, coautor del trabajo, también se refirió a los mensajes clave que deja la investigación:
"Mi conclusión principal es que al verse afectada la posibilidad de transmitir la información entre las recolectoras, de orientarse y todo lo que comenté antes, es inevitable que a largo plazo resulte comprometida la polinización en general y, en última instancia, la producción de los cultivos", advirtió.
El estudio se destacó por abordar un sistema real muy complejo con un enfoque multiescalar.
"Pudimos identificar un patrón consistente desde el nivel de cultivo hasta la expresión génica, pasando por la colmena, los individuos, el comportamiento y el alimento. Todas las escalas mostraron alteraciones relacionadas entre sí", afirmó Zavala.
En resumen, los agroquímicos produjeron fallas sensoriales, cognitivas y genéticas en Apis mellifera, con impactos en toda la estructura social y funcional de la colmena.
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Ivana Macri, por su parte, adelantó que el equipo ya trabaja en nuevas líneas de investigación.
"Queremos seguir trabajando a campo, donde se puede ver concretamente qué pasa. Por ejemplo, nos interesa profundizar en las respuestas de A. mellifera a los agroquímicos según las diferentes edades y tareas en la colmena. Y tratar de determinar en qué etapa del desarrollo son más vulnerables", expresó.
"Otro desafío será entender cómo los agroquímicos alteran la flora intestinal de las abejas -esencial para su inmunidad y nutrición-, y descubrir los mecanismos moleculares detrás de los síntomas que observamos. En este sistema complejo, las bacterias juegan un rol cada vez más importante y nos parece fundamental esclarecerlo", concluyó la investigadora.
Este trabajo pionero no sólo demuestra los efectos reales de los agroquímicos sobre las abejas, sino que advierte sobre los riesgos que enfrenta la sustentabilidad del agro si no se protegen a estos polinizadores esenciales.