Gracias a la directa

Los campos de la zona de Junín se caracterizan por contar con altísimos potenciales de rinde. El campo de la familia Bergamini no es la excepción, aunque está ubicado en ambientes muy altos. De hecho el lote más alto se comporta como una divisoria de aguas ya que a partir de allí el paisaje baja hacia donde se mire.

Esto hace que el la limitante hídrica sea muy importante y allí es donde apuntan los cañones. Mantener un buena cobertura es fundamental para asegurar la sostenibilidad del sistema. En este sentido están rotando los lotes más altos con sorgo de manera de lograr buenos rendimientos y grandes aportes de materia orgánica al suelo. “Este año resignamos rentabilidad en pos de generar mayor cobertura que nos permita sembrar una soja un poco más larga el año que viene” afirma Hernán, el joven agrónomo de la familia que se metió de lleno en el asesoramiento agrícola del campo.

El campo es del mayor de la familia, Armando Bergamini, y actualmente lo explotan los 6 hijos mediante una sociedad creada para tal fin con la condición de mantener un pequeño rodeo vacuno y ovino para "despuntar el vicio" que es lo que lo apasiona. Víctor es el hijo que lleva a cabo la producción durante todo el año mientras que los otros hermanos aportan desde su lugar a la empresa.

En general los suelos del campo tienen una muy buena fertilidad tanto física como química y, en este sentido los productores hacen fertilizaciones de enriquecimiento en fósforo y además realizan tareas de escarificado y subsolado cada tanto como para evitar problemas de compactación de los lotes. Para la soja, están aportando fósforo voleado durante el invierno con muy buenos resultados.

El trigo en general anda muy bien y funciona de maravilla como aportante de cobertura para la soja. Bergamini comenta que están probando con sojas de ciclo más largo para mitigar los efectos de la seca de enero y mejorar la producción al agrandar la ventana de definición de rendimiento ya que aprovecha mejor las lluvias de febrero.

El campo tiene una superficie de 278 ha de las cuales unas 20 de destinan a ganadería, 12 ha de pastura consociada y 8 de alfalfar. Los lotes agrícolas ocupan gran parte de la superficie, siendo este año 50 ha de maíz, 12 de sorgo y unas 196 de soja de las cuales unas 50 ha fueron sembradas sobre un trigo de muy buen rinde.

Los lotes de maíz fueron sembrados apuntando llegar a floración a fin de diciembre. “Lo que jugó en contra es que la polinización fue antes del 25 de diciembre, en plena ola de calor, lo que quemó mucho el polen y produjo algunas pérdidas no cuantificables pero que se nota en espigas mal granadas” afirma Hernán. Durante una recorrida con CHACRA se encontraron espigas con 20-25% de pérdidas.

En cuanto al maíz de segunda, este año no se hizo porque en el momento óptimo de siembra sucedieron las altas temperaturas y eso los hizo optar por soja. "Se podría haber sembrado el maíz pero la ola de calor extremo asusta" se sinceran.

En sanidad, llevan un manejo tradicional de plagas sin grandes problemas en general, salvo un lote de soja lindante con el alfalfar que sufrió un ataque de gata peluda cuando se cortó la alfalfa para servir a los animales, pero se fumigó con clorpirifós con muy buenos resultados.

Más directa

Hernán nos cuenta que además arriendan otro campo en la localidad cercana de Morse. Son unas 150 ha de las cuales 105 las ocupa una soja de ciclo largo y en las 45 restantes se cultiva sorgo. Aquí el problema hídrico se intensifica porque los lotes están en ambientes más altos con mayor proporción de arena. Por esta razón el manejo debe ser muy cuidadoso y el sorgo es el cultivo que mejor se adapta a las condiciones más complicadas, aunque aún con 130 kg de urea por ha no logra desarrollar bien. La estrategia se basó en compartir el riesgo asociándose a un contratista de la zona y dividiendo las ganancias porque “de otra manera no lo hubiésemos alquilado” afirma Bergamini.