Pulverizaciones

No para cualquiera

Utilizando bajo caudal de aplicación se puede realizar un excelente trabajo, sin embargo, el más mínimo error por desconocimiento o negligencia puede ocasionar inconvenientes traducidos en un pobre índice de eficiencia

Dentro de la agricultura moderna y en el rubro pulverizaciones nos encontramos viviendo cambio de paradigmas respecto al volumen de aplicación de fitosanitarios. La reducción de los caudales por hectárea resulta altamente beneficiosa por distintos motivos: menor uso de agua, mayor autonomía de los equipos y eficiencia en trabajos en campos con aguas poco viables para la aplicación.

Sin embargo, es necesario tener ciertos recaudos a la hora de aplicar esta técnica, para evitar que nuestros establecimientos y la sociedad en su conjunto corran peligro.  Esto se debe a que el caudal de campo está definido básicamente por dos variables: el tamaño de gota y la cobertura de estas gotas. De los dos parámetros mencionados, trabajamos sobre el tamaño de gotas, por lo cual, al bajar los litros, reducimos el tamaño de los impactos (principalmente a través del uso de la pastilla cono hueco).

Los problemas comienzan cuando las condiciones meteorológicas no acompañan la pulverización, ya que como todos sabemos la temperatura, la humedad relativa y el viento generan evaporación y deriva. Para ejemplificarlo con un caso práctico, podemos mencionar que en una condición con 62% de humedad, 27 ºC de temperatura y viento de 3 km/h, logramos 416 impactos en una alfalfa con 30% de floración, utilizando boquillas cono hueco a 4.5 bares de presión. Pocos minutos más tarde, el viento aumentó a 12,6 km/h y la humedad relativa bajo a 55%; al analizar la aplicación nuevamente, encontramos que estábamos llegando al blanco con 278 impactos. Esta diferencia de impactos es la que explica los daños a cultivos sensibles, la llegada de producto a centros poblados o el control parcial o nulo del objetivo que deseamos controlar.

¿Significa esto que debemos abandonar esta práctica? Totalmente NO. El problema con la reducción de volumen es que requiere un conocimiento profundo del tipo de plagas, los productos con los que se aplica, la calibración del equipo y el proceso de pulverización, para saber adecuar la aplicación a las condiciones que se nos presentan.

En la situación práctica mencionada anteriormente resulta muy sencillo amoldarse al cambio de situación meteorológica mediante el cambio de variables tales como la presión, cambio de pastillas, velocidad del equipo, altura del barral, sentido de aplicación, agregado de coadyuvantes, etc. Sin embargo, es muy común que la única consulta realizada por el usuario a la hora de querer adoptar esta técnica sea: ¿con que pastilla tiro poco litros?.

Como conclusión, no es posible adoptar esta herramienta como una panacea, sino como un importante aliado para el cual es necesario lograr un conocimiento acabado de las variables que inciden en el proceso, así como la capacidad de razonamiento para adecuar la aplicación a las condiciones reinantes.