Una semana muy inestable se vivió en la región pampeana; con días calurosos y secos que dieron fin al mes de marzo y un inicio de abril que trajo lluvias que presentaron distribución geográfica errática. Pero con una torrencialidad y volúmenes de agua descargados en sitios puntuales, en especial en la provincia de Buenos Aires, poca o nunca veces visto.
En lo concerniente a la producción agropecuaria, las lluvias que venían ocurriendo hasta este último episodio, al no ser de gran envergadura, no eran suficientes como para reponer las reservas de agua del suelo. En el mejor de los casos solamente suficientes para sostener la evolución de los cultivos y forrajeras. Lo positivo era que, al ser montos pobres, permitían retomar rápidamente las labores a campo. Las últimas precipitaciones, en cambio, han sido más generalizadas y en muchas áreas muy intensas. Si bien permiten mejorar las reservas del perfil de manera considerable en gran parte del territorio regional, demorarán la cosecha y las siembras de verdeos y pasturas.
Con los aportes de agua de esta semana, varias zonas postergadas de la región, como es el caso de La Pampa y del sur extremo de Córdoba, recibieron interesantes milimetrajes, siendo ahora muy pocos los lugares en los que persisten las deficiencias de agua. En varias localidades, se superaron en una sola jornada, las marcas medias para el mes de abril. Hasta la interrupción de la cosecha, se había recolectado 25 por ciento del maíz con rendimientos promedios del orden de los 7.200 kilos por hectárea. En cambio, en soja el avance de la trilla es aún incipiente, saliendo resultados muy provisorios del orden de los 3.500 kilos.