En el mercado de Rosario, un productor agrícola recibe actualmente 2.200 pesos por cada tonelada de soja. Cada venta deja una percepción amarga. Sucede que la niña mimada del agro y principal producto agrícola del país se paga bastante menos que en los últimos 12 años.
Desde la salida de la Convertibilidad (enero de 2002), hasta septiembre de este año, es decir durante los últimos 153 meses, toda venta de soja se hizo a un precio mayor al actual. Y la brecha entre lo que hoy vale la oleaginosa y lo que valía es importante.
En el período 2002/2013, actualizando los precios a moneda constante de hoy, la soja se pagó 3.439 pesos promedio por tonelada; como todo promedio, este último incluye valores más altos, caso del máximo de 5.112 pesos de febrero de 2008, y valores más bajos, caso del mínimo de 2.445, de enero de 2002.
Relaciones
Tomando la referencia de precios anterior se deduce que cada vez que un productor de soja lleva un camión a Rosario recibe un 36 por ciento menos de lo que ha recibido en promedio en los últimos 12 años.
La pregunta inevitable y necesaria es la siguiente: ¿En el mundo la soja también vale 36 por ciento menos que en los últimos 12 años?
En el Mercado de Chicago, la soja cotizó en promedio a 393 dólares por tonelada entre los años 2002 y 2013 (ajustando valores a precios de hoy de Estados Unidos). Si se considera que actualmente la oleaginosa se paga a 345 dólares, la brecha actual de precios en el mercado internacional de referencia está en el orden del 12 por ciento.
Consecuencias
En Argentina, el ajuste está siendo mayor al que se observa en el mercado mundial. La explicación reside en la política económica. La decisión del Gobierno de seguir con un tipo de cambio atrasado (los precios se multiplicaron por 10, mientras que el tipo de cambio por 8,5) y de mantener una presión tributaria récord sobre la economía en general y el sector agrícola en particular (35 por ciento de derechos de exportación sobre la soja), profundizan las consecuencias internas del deterioro de los precios internacionales de los granos.
Las ventas de soja se están realizando en cuentagotas. No debería ser una sorpresa para nadie, no hay nada raro en ello, son bajos los incentivos a vender cuando se enfrentan los precios más bajos de la historia reciente. Además, qué hacer con los pesos en una economía con una tasa anual de inflación de entre 35 y 40 por ciento.
El productor demorará su venta a la espera de mejores condiciones, ya sea en el frente interno o externo. Nuevas regulaciones oficiales sólo generarán mayor malestar en el sector agrícola, con riesgo de profundizar la ralentización de las ventas y/o reducir la intención de siembra de cara a la nueva campaña.
Instrumentos
El Gobierno tiene instrumentos más efectivos para recomponer condiciones económicas en el sector agrícola. Uno de ellos, que sería incluso consistente con la historia de la política económica del Gobierno, es reducir rápidamente la presión tributaria.
A fines de 2007, cuando la soja superaba los 400 dólares en el mercado de Chicago, el Gobierno subió los derechos de exportación sobre la soja del 27,5 al 35 por ciento, con el argumento del posible impacto negativo sobre precios internos.
Actualmente, la soja cotiza un 15 por ciento por debajo del umbral de precios que en ese momento disparó la suba de derechos de exportación, justificándose entonces una baja de al menos 10 puntos porcentuales de este impuesto (en toda la cadena).
*El autor es economista del Ieral-Fundación Mediterránea.
Variable de ajuste
Motivos. La decisión del Gobierno nacional de seguir con un tipo de cambio atrasado (los precios se multiplicaron por 10, mientras que el tipo de cambio por 8,5) y de mantener una presión tributaria récord sobre la economía en general y el sector agrícola en particular (35 por ciento de derechos de exportación sobre la soja), profundizan las consecuencias internas del deterioro de los precios internacionales de los granos.
