Dejando atrás el hierro

La irrupción de la fibra de carbono en la maquinaria agrícola genera una enorme expectativa. En Palermo no solo se exhibió un barral sobre la pulverizadora Caimán, sino que la empresa proveedora, King Composite, montó su propio stand. Guillermo Mariani, titular de la empresa de San Fernando, explicó a Clarín Rural las características del producto (que recibió el premio CITA a la innovación tecnológica en el rubro agropartes) y relató cómo lo ve el mercado.

“Estamos sorprendidos por la rápida comprensión de las ventajas de este material”, reconoce Mariani. “Pesa siete veces menos que el acero. Pero además no se oxida ni corroe, resiste corrientes galvánicas y es muy fácil de reparar. Productores y contratistas ven que esto agrega valor”.

King Composite viene de la náutica. Provee desde hace muchos años herrajes y mástiles para veleros. Hace algo más de diez comenzaron a desarrollarlos en fibra de carbono. El negocio creció rápido en el exterior, y además de exportar lo que producen en la fábrica de San Fernando, instalaron otra en Valencia para el mercado europeo. Pero hace un par de años “descubrieron” el mundo agrícola. “Imaginábamos que tenía que haber lugar para materiales livianos y más resistentes que el acero, y lo primero que vimos fue hacer barrales de fumigadoras. La primera empresa que se nos acercó fue Caimán. Hicimos un barral de 36 metros, que pesa 300 kilos. Si fuera de hierro pesaría más de 1.000. Ya lo adoptaron en varios modelos. Pero también hemos vendido a contratistas que quieren tener más ancho de labor sin cambiar la máquina”.

No existe nada parecido a nivel global. A lo sumo, algún fabricante europeo ensayó con tubos de aluminio. Sucede que en el mundo de la maquinaria, todavía manda el acero. Pero con el avance de la idea de que se debe combatir la compactación, la era de materiales eficientes y livianos es inexorable. Mariani y su equipo de ingeniería se deslumbran con las posibilidades del mundo agrícola: plataformas de cosechadoras, tubos de descarga, y todo lo que permita reducir el peso de la maquinaria que deambula por los lotes de cultivo. “El tema pegó bien, incluso en compañías internacionales. Varias nos han contactado y nos encargaron prototipos”, agregó.

Quizá la agricultura esté saliendo de la edad de hierro. Otra revolución global en marcha, como la siembra directa y el embolsado de granos. Ambos, sistemas más eficientes y funcionales que los anteriores. Y también nacieron en la Argentina.