Vaca Muerta junto al campo

El agro ya no está solo: la energía se suma a la nueva matriz exportadora

El superávit energético y el avance de Vaca Muerta reconfiguran el mapa exportador, mientras el agro mantiene su rol central como generador de divisas

11 Dic 2025

De acuerdo al último Informe Económico de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA) Argentina atraviesa un punto de inflexión en su estructura exportadora, ya que por primera vez en décadas, la energía emerge como un socio de peso para la agroindustria, históricamente responsable del 60% de los ingresos por ventas externas. El desarrollo acelerado de Vaca Muerta, sumado a mejoras logísticas y al repunte productivo, impulsó un salto en las exportaciones de combustibles y energía, que pasaron de representar un 6% del total nacional a un 11% en los últimos años. Este avance acompaña al agro en la generación de divisas en un escenario económico exigente. 

Desde 2023, el país sostiene un saldo superavitario que alcanzaría los USD 6.000 millones en lo que va de 2025, resultado directo del aumento en la producción de hidrocarburos y la reducción de importaciones. Solo en 2024, Argentina produjo 40,8 millones de m³ de petróleo (el nivel más alto en 20 años) y 50,8 miles de millones de m³ de gas, recuperando los valores de 2008. Estos volúmenes, impulsados por mayor productividad y mejor infraestructura, fueron clave para abastecer la demanda interna y expandir exportaciones. 

El dinamismo del sector energético también se ve representado en las divisas generadas. Una muestra de ello es el crecimiento del 225% en los ingresos por exportaciones de combustibles y energía entre 2020 y 2025, pasando de USD 2.800 millones a USD 9.000 millones. La ampliación del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, el refuerzo de las redes troncales y la expansión de oleoductos hacia la costa atlántica y Chile fueron determinantes para eliminar cuellos de botella y habilitar mayores envíos. Este desempeño colocó al complejo petrolero-petroquímico como el segundo mayor exportador del país, solo por detrás del sojero. 

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En paralelo, entre enero y octubre de 2025, el complejo sojero aportó USD 17.000 millones (26% del total exportado), el maicero USD 6.000 millones (9%) y el triguero USD 2.500 millones (4%). Tras la recuperación productiva, la soja y el trigo superaron los niveles de los dos años previos, mientras que el maíz recompone su volumen luego del impacto del espiroplasma. Esta participación sostiene el rol estratégico de las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) y los productos primarios, que en promedio explicaron el 60% de las ventas externas durante las últimas dos décadas. 

Históricamente cuando la energía reduce su participación (como ocurrió en 2016 y 2020), el sector agroindustrial llega a explicar hasta el 69% de las exportaciones nacionales. Sin embargo, la tendencia actual indica que la energía ya representa el 13% del total y el Ministerio de Economía proyecta que la balanza energética podría pasar de USD 10.000 millones en 2025 a USD 46.000 millones en 2035. El impacto no será menor para el agro, que podría beneficiarse con mayor disponibilidad de energía, precios más competitivos e incluso una oferta ampliada de fertilizantes de origen local. 

La consolidación del superávit energético abre una ventana estratégica para Argentina al diversificar su matriz exportadora sin debilitar al agro, sino complementándolo. Si esta nueva fuente de divisas se estabiliza, podría reducir la volatilidad estacional del ingreso agrícola y atenuar presiones cambiarias que históricamente derivaron en políticas distorsivas. La clave será sostener inversiones, expandir infraestructura y asegurar reglas claras que permitan que ambos sectores convivan como pilares simultáneos de una economía más equilibrada y competitiva.