La soja ha tenido en Chicago un derrotero complicado desde mediados de noviembre último. Ha perdido mucho precio producto de que la cosecha esperada en Brasil, que aun con pérdidas importantes termina conformando un volumen importante para Sudamérica cuando se suman los 50 millones de toneladas que se esperan en la Argentina.
A eso hay que sumar que Chicago queda en Estados Unidos, país que carece de precios competitivos en la arena internacional. Se sabe, China es el principal importador del poroto a nivel mundial, y está privilegiando las compras e Brasil, que pide un valor mucho más accesible respecto del poroto del país de las barras y las estrellas.
Hay que agregar además la casi segura recuperación por parte de la Argentina del cetro de primer exportador mundial de harina de soja, cortando un periodo exitoso para el derivado estadounidense.
Como fuere, la posición ampliamente vendida de los fondos hizo que la soja llegara a tocar ayer el mejor precio en seis semanas, para luego resignar ganancias ante un dólar fortalecido y dudas sobre un posible retraso en el recorte de la tasa por parte de la Reserva Federal.
Entre nosotros circuló esta semana la versión de un nuevo dólar soja, noticia que fue tomada por páginas especializadas de Estados Unidos, lo que provocó el enojo de libertarios cercanos al gobierno, por considerar disparatada la idea.
Como fuere, el productor argentino sigue esperando una oportunidad de venta más atractiva, porque estos precios no lo convencen y porque nadie descarta una nueva devaluación; el atraso del tipo de cambio no es una buena noticia y nadie sabe a ciencia cierta cómo lo manejara el gobierno.
