El INTA presentó tecnología para tambos de pequeños rumiantes a escalas hasta hace poco impensadas para este tipo de producción, ordeñadoras para diferentes cargas animales de marcas reconocidas y hasta tambos calesita. La misma se encuentra disponible en numerosas estaciones experimentales, el productor puede acercarse y será asesorado por técnicos especializados en el tema, los cuales lo capacitarán y analizarán cada caso particular dependiendo de las diferentes regiones productivas en las que se encuentre, formulando “recetas diferenciadas” dependiendo del tipo de ambiente, basadas tanto en las posibilidades productivas como en la conservación del recurso natural.
Una herramienta fundamental para promover la actividad se logró en el año 2006 cuando fue aprobada por el congreso nacional la “ley de fomento de la actividad caprina”, integrando una serie de líneas de créditos en amplias rubros para el sector y al alcance de todo el productor cabritero. La ley contempla créditos llamados blandos, ya que consideran dos años de gracia, se devuelven a valor actual de producto y no les corre ninguna tasa de interés, y también existen los ANR (aportes no reintegrables) en los que el productor no tiene nada que devolver a cambio (por ejemplo, un plan sanitario). Los proyectos de inversión que el productor o grupo de productores plantean llevar a cabo deben ser vistos por unidades ejecutoras a nivel provincial (UEP), que son grupos de técnicos y productores especializados que deberán dar el visto bueno para que el proyecto se envíe a la comisión asesora técnica nacional (CAT) quienes lo evaluarán y aprobarán, dado el caso, para que se lleve a cabo la legislación de los fondos hacia las provincias.
Los lácteos caprinos constituyen en la actualidad un nicho de mercado a explotar con muchas posibilidades, ya que nos encontramos con una demanda insatisfecha a nivel local y hasta internacionalmente (Francia, país que más consume, debe importar hoy en día estos productos lácteos no convencionales). El queso de cabra es considerado un producto “premium” en el mundo, con una variedad de 183 tipos distintos hace de un producto sofisticado y muy requerido por cierta clase social, como nos cuenta el Ing. Agr. Adrián Hector Salinas de la EEA INTA Santiago del Estero: “el que prueba queso de cabra una vez lo busca toda la vida”.
Salinas también se encargo de destacar que lo más rentable de la producción es realizar todo el proceso conjunto para que esta funcione de manera sustentable y se dependa lo menos posible de otros actores, produciendo leche como producto principal, carne como subproducto de la crianza artificial del cabrito y siendo muy importante el poseer una buena genética de reproductores para mantener un buen rodeo productivo. El punto fundamental de esta producción radica en la “diferenciación del producto”, produciendo queso, yogurt, helado, se logrará satisfacer a un mercado ya probado, pero siempre manteniendo la calidad de los productos para que el consumidor no desestime la opción, la cual a su vez debe mantener cierto capacidad de volumen. Por lo tanto, CALIDAD y VOLUMEN son los dos componentes que señala Salinas como fundamentales para que este mercado explote, un desafío importante para un futuro prometedor.
