Francia se opuso a que la Comisión Europea (CE) intercambie ofertas con el Mercosur para las negociaciones de libre comercio, porque rechaza la apertura del mercado agrícola regional para las exportaciones sudamericanas.
La Unión Europea (UE) negocia desde hace 16 años un acuerdo de libre comercio con el Mercosur; y antes de su conclusión, aparece inexorablemente el veto francés, aduciendo que la producción argentina y brasileña amenaza la supervivencia de sus productores agroalimentarios, e implica desmantelar la Política Agrícola Común (PAC).
Al proteccionismo francés se han unido los otros dos grandes países agrícolas europeos (Polonia e Irlanda), igualmente temerosos de la superior productividad sudamericana, la mayor del mundo junto con la de Estados Unidos.
El rechazo francés al intercambio internacional no se limita al Mercosur, sino que abarca también al acuerdo Transatlántico (Europa-Estados Unidos), que se encuentra en su fase final.
La posición española es la contraria de la francesa. A pesar de la parálisis política en Madrid, el Gobierno español insiste en que es “extraordinariamente urgente” acordar con el Mercosur, porque la oportunidad se disipa a medida que transcurre el tiempo y el plazo no va más allá de 2016.
Francia es el centro y eje del proteccionismo agrícola europeo; y la PAC fue la condición fijada por De Gaulle en 1962 para ingresar en la Comunidad. París estima que la PAC integra los intereses vitales de Francia, y frente a ella quedan en segundo plano los intereses de Europa en el mundo.
La PAC representa 40% del presupuesto europeo (€ 375.000 millones entre 2014 y 2020); y Francia recibe más de € 65.000 millones de ese total, cifra que equivale a su producción agroalimentaria (€ 75.000 millones), y es superior a sus exportaciones en el rubro.
Más de 60% de los subsidios otorgados a Francia se destinan a las grandes explotaciones agrícolas, mientras que la defensa del medio ambiente obtiene otro 25% de estos fondos.
Hay 12 millones de agricultores en Europa, con una superficie media de 15 hectáreas cada uno. El agro norteamericano tiene 6 veces menos productores, pero es 6 veces más productivo que el de la UE.
Los subsidios directos cubren más del 60% de los ingresos de los productores agrícolas, lo que torna a la producción europea en un sistema estrictamente rentístico. Sólo 6% de los agricultores europeos tienen menos de 35 años, mientras que la mayoría supera los 65 años.
La vigencia de la PAC está en relación inversa a la relevancia internacional de Europa. Es la que le impide asumir algún liderazgo significativo en el sistema global.
La conclusión es obvia: si la iniciativa de Francia de hundir el acuerdo de libre comercio con el Mercosur se concreta, sería una derrota estratégica de envergadura para la Unión Europea, que podría anunciar su marginación definitiva como actor unificado de las grandes cuestiones de la política mundial del siglo XXI.
Clarín
