El alto contenido proteico y bajo en grasa, y más aún, teniendo ácidos grasos insaturados, hace que el garbanzo contribuya a regular los niveles de colesterol.
Por la riqueza en fibra de los garbanzos, mantiene el intestino con buena actividad, favoreciendo el tránsito. Esto es importante para prevenir del cáncer de colón y recto y al mismo tiempo prevenir y mejorar el estreñimiento. También la fibra contribuye a reducir los niveles de colesterol.
El elevado contenido en potasio y escaso en sodio de los garbanzos lo hace ideal para incluir en dietas de control de hipertensión arterial, litiasis renal y cuando se desee eliminar un exceso de ácido úrico. Además, presentan un marcado efecto diurético.
Los garbanzos nos aportan hidratos de carbono que deben suponer más de la mitad de la energía que consumimos diariamente, por lo tanto nutriente indispensable y mayoritario en toda dieta equilibrada, incluso en la dieta de personas con sobrepeso o diabetes.
Las proteínas que aporta son incompletas desde el punto de vista nutritivo, si lo consumimos conjuntamente con un cereal (arroz, por ejemplo) obtenemos una proteína de excelente calidad biológica y en esa combinación logramos platos deliciosamente nutritivos.
Debido a su notable contenido en magnesio, fósforo y vitaminas del grupo B, necesarios para el sistema nervioso y muscular, el garbanzo es adecuado para afrontar situaciones de tensión psicofísica y de estrés.