El pronóstico de escurrimiento de aguas determinó que los ríos de Mendoza están pasando por un período pobre y seco, lo que lleva a que este 2017 sea el octavo año consecutivo desde 2010 de crisis hídrica, algo que condiciona a la economía provincial y a los consumos industriales y domésticos.
Según el pronóstico que adelantó el superintendente del Departamento General de Irrigación (DGI), Sergio Marinelli, sobre los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante, Atuel, Malargüe y Grande, este 2017 es de los peores en comparación a la media histórica, al tiempo que detalló que de los seis cursos de agua de la provincia, dos tendrán menos de la mitad de su media histórica.
El cálculo de disponibilidad de agua se toma en función de las nevadas caídas durante el invierno, que vienen sufriendo mermas constantes, y los que menor caudal presentan son el Malargüe, con un pronóstico de apenas 53% de la media histórica, y el Tunuyán, con 58%.
Marinelli detalló que "el río que se encuentra en peores condiciones es el Tunuyán, porque al no tener una represa que permita guardar el agua y luego administrarla se conoce la cantidad total de agua pero no está disponible en los tiempos en los que le hace falta a la agricultura".
"El río Mendoza -agregó- está entre los peores ya que contiene 1005 hectómetros cúbicos de las 1420 hm3 que debería tener", y su importancia radica en que es el que abastece de agua a todo el Gran Mendoza, por lo que el funcionario requirió "tomar conciencia y cuidar el recurso".
Marinelli apuntó que "así como hay una gran parte de la población que derrocha agua, también es cierto que hay mucha infraestructura en muy mal estado y gran parte del exceso de consumo que se manifiesta en la estadística en realidad se va por la rotura de las redes y otras cosas".
Explicó que "desde el Gobierno ya se están tomando y se van a ejecutar una serie de medidas", entre las que mencionó que "se tiene en cuenta la superficie en su totalidad de todos los oasis, superficies cultivadas, y se hará hincapié en que todos los regantes estén al día con el pago".
El superintendente sostuvo que entre las medidas para compensar la caída de los caudales de los ríos, "vamos a incorporar el uso de agua subterránea para que se inyecte agua a los canales con perforaciones (que están en uso) para mejorar la capacidad de riego".
Se explicó que se revisarán los criterios de asignación de caudales para entregar agua a los productores cuya utilidad sea comprobable de acuerdo a la superficie cultivada, y no se les asignará cupo a los que tienen tierras incultas.
Además, junto a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) harán una experiencia piloto tomando 150 casos para mejorar la eficiencia del riego en finca, con lo que se estima que se puede lograr un ahorro del 15% del recurso, y si todo funciona bien, dicha experiencia se implementará a nivel general.
