Mis más sinceros deseos de que el ministro de Economía encuentre el rumbo. Que sus acciones consigan terminar con este diabólico nivel de inflación y que la población toda recupere el aliento. Que logre fortalecer este Banco Central escorado a babor, terminar con las limitaciones a las importaciones, solucionar el grave problema que implica una deuda interna explosiva, y desplegar a pleno las fuerzas productivas del país. Que a partir de su muñeca certera la Argentina renazca a una nueva vida en que los jóvenes del mundo se peleen por vivir y trabajar en su territorio.
El punto es que ninguna de las noticias que recibimos a diario indica que existe la más mínima posibilidad de que alguna de estas opciones superadoras se concrete en algún momento. Todo es precario y temporal, de vuelo bajo, sin esperanzas.
Después de varios días inmerso en lo que podría considerarse una corrida cambiaria, el gobierno obtiene un victoria a lo Pirro, que como tal puede ser parcial y frágil. Quemando las naves ha conseguido hacer retroceder al dólar paralelo y los financieros un par de escalones, a decir de los especialistas solo por algunos días.
El ministro piensa en el viejo y fracasado acuerdo de precios y salarios, y según dijo un integrante del propio gobierno, de larga barba blanca, especula con utilizar los movimientos sociales para "apretar" empresarios. Nada puede desalentar tanto al que produce como la sola mención de estas ideas impropias de ser formuladas en pleno siglo XXI.
Mientras tanto, la bomba no solo goza de buena salud sino que sigue engordando. Para contener al dólar, el Central subió las tasas al 91%, lo cual hará que en tres meses y medio tengamos una nueva base monetaria en términos de intereses de las Leliqs, es decir, duplicar la cantidad de pesos en circulación. El gobierno que iba a desmantelar este instrumento para llevar hacia arriba a los jubilados hizo exactamente lo contrario.
En un año se emitirán 18 billones de pesos, según entienden economistas destacados. La evolución de los pasivos remunerados levanta inexorablemente el piso de la inflación futura. La tasa efectiva anual va de 119% a 141%. Es más leña al fuego. Implica más expectativas de devaluación e inflación. El dólar retomara la cuesta y todo se volverá menos manejable. Pan para hoy, hambre para mañana.
Pero además se vendieron reservas por 49 millones de dólares para frenar por un rato a la divisa estadounidense. Ya en febrero se habían gastado 500 millones de dólares para comprar bonos que luego se rematarían por un precio sensiblemente inferior.
Parece artillería pesada para tan poco resultado. Porque además el dólar futuro después de agosto sigue desatado, reflejo de un mercado que esperara una devaluación importante. Las balas de salva de estos días no lo conmovieron en absoluto.
Paralelamente, las entidades financieras solicitaron al Banco Central el envío de dólares billete para atender sus necesidades de caja. Unos USD 40.000.000. Cuando el río suena, agua trae. Para colmo en abril la entidad volvió a financiar al Tesoro por $ 100.000 millones. Todo es más presión sobre los precios.
En tanto, la rueda de auxilio del dólar agro tiene poco aire. El Central terminó el jueves vendiendo neto unos USD 79 millones, acumula pérdidas por $ 75.629 millones y una emisión de $ 261 mil millones solo por el Programa de Incremento Exportador III. Al menos por ahora la sensación es que no será el salvavidas que el gobierno soñaba.
Esta Argentina malherida necesita un tratamiento médico intensivo, con otro tipo de remedios, radicalmente distintos a los empleados en estos últimos años. No hay manera de imaginar como con esta armada Brancaleone se podrá llegar mínimamente vivos a diciembre. Es muy largo el trecho y muy duro el camino de la reconstrucción que necesariamente habrá que recorrer. Sería un gesto de profundo patriotismo empezar a transitarlo ya, probablemente pagando un costo político alto. No sucederá.